Cuando se habla de acoso callejero, es una cuestión delicada de manejar, por un lado están las mujeres víctimas de esta mala praxis social masculina y por otro lado, justamente, los hombres que se autonombran caballeros y expresan que únicamente están “piropeando”, como una forma de lo que consideran amabilidad y caballerosidad en la que indican a una mujer su “admiración” por la belleza de esta.
Cuando usan estos argumentos, suelen incluir la frase “ya no se les puede decir nada” y en realidad es cosa de sentido común, ¿Porqué una persona desconocida recibiría con agrado las palabras de alguien más cuando camina por la calle?
Y no hablamos de lo que se dice pues en esto de la expresión de “admirar la belleza femenina” las frases van de las más inofensivas, a las risibles pasando por aquellas que verbalmente violan, porque el hombre que las expresa se siente con el derecho de expresar su parecer.
Pero se sorprenden si eso molesta ¿Por qué no? El acoso callejero ocurre en público, en la vía por la que circulan miles de personas diariamente, y es ejercido por hombres que jamás han cruzado una palabra con la víctima, pero, como les parece atractiva, entonces se expresan.
Jamás pasaría por su mente decirle a otro hombre desconocido: ¡Qué bien se te ve el pantalón!, mucho menos “admirar” su galanura y expresarlo diciéndole ¡Adiós, guapo! Eso no es viable, sabe que el sujeto desconocido al que le hiciera esa observación, amable muestra de su admiración por lo bien que se ve, podría volverse y no ser amable en su interpelación, pero una mujer no, ella rara vez va a reaccionar, a reclamar y además si lo hace es tachada de “loca”, “exagerada”, “si sólo fue un piropo” le dirán.
O, como también pasa, negarán haberlo hecho, podría decir que no se lo dijo a ella o simplemente la va a ignorar porque su caballerosidad no alcanza para una disculpa cuando es notoria la ofensa.
Por fortuna, hay leyes que ya protegen a las víctimas de este “caballeroso acto”, y se aplican, como sucedió el martes 2 de agosto cuando, según lo informa Diario del Sur, un sujeto fue a dar a la cárcel por acoso sexual a una joven cuando caminaba por el centro de la ciudad.
No va pasar años en prisión, de hecho, la medida fue un acto precautorio que se resuelve con una multa, pero seguramente ese hombre lo pensará dos veces la próxima vez que quiera expresar su personal opinión sobre una mujer desconocida que circule cerca de él.
“--Pero entonces ¿Qué se les puede decir?” Cuestionan preocupados los caballeros, la respuesta es que la interacción dependa del sentido común y el respeto a la persona femenina.
Más fácil aún: si no se lo dirías a otro hombre, si no le harías esa observación a un desconocido, entonces, ahí está la respuesta, tampoco se lo digas a una desconocida