/ lunes 18 de noviembre de 2024

Carrereando la Chuleta / Las nuevas formas

La situación mundial, nacional, local, está muy lejos de ser algo digno de festejar: violencia, contaminación, discriminación, en fin, hay decenas de cosas qué arreglar, aunque eso no quiere decir que todo esté mal o que ya no tenga solución, sino que se debe encontrar un mejor camino, una salida.

En los momentos ásperos, de conflicto, siempre es necesario un remanso, algo que nos permita regresar a la calma, a la paz, al sentido de las cosas, y por ello buscamos en nuestro círculo más cercano reencontrarnos con lo que realmente somos; con la familia, los amigos.

Hay problemáticas comunes en las ciudades en vías de desarrollo (las desarrolladas tienen otras): agua potable, alumbrado, transporte público (que vaya que está de la chingada, se baja uno oliendo a fierro oxidado), la seguridad, la migración, pero no podemos negar que cuando se organiza una fiesta familiar, tocan en la marimba “La tortuga del Arenal” y se paran todos a bailar, a comer tamal con atole, o cuando andamos en las fiestas patronales, todo parece estar bien por unos instantes, se olvida el pesimismo y las cosas se ven más claras.

Y es que cualquier problema se reduce cuando probamos nuestros tradicionales hot dogs de Tapachula, que por cierto son deliciosos; o la botana casera que encontramos en tantos lugares en el municipio, y si además de disfrutar de esas delicias gastronómicas nos reímos, sudamos como marranos, como marranos felices, claro, en un ambiente sano, de camaradería; o caminamos por las calles, disfrutando de los edificios, de la naturaleza, eso es en sí una solución, una forma más optimista y comprometida de vivir nuestras ciudades y de convivir, porque al resaltar todas las bondades que tenemos, de alguna forma nos estamos comprometiendo a conservarlas y mejorarlas.

La cultura son nuestras manifestaciones como seres humanos: pintura, gastronomía, música, historias... Y en esta zona tenemos un crisol súper interesante. Nos vemos influenciados por la cultura japonesa, la alemana, la china, que no sólo aportan apellidos, todos estos grupos nos enriquecen con sus sabores, colores, rituales, formas de actuar e interactuar.

A veces se dan mini epidemias de quejas en WhatsApp arremetiendo contra absolutamente todo, y es incluso normal, pero sería mucho mejor que además de quejarse, todas esas personas (o una replicada cien veces) voltearan a su alrededor y descubrieran las maravillas existentes, pero sobre todo pensaran en cómo cooperar, en cómo resaltar todas las cosas buenas que tenemos que son parte de nuestra cultura y que nos pueden ayudar a mejorar como sociedad.

El Gobierno del Estado que está por entrar se está tomando muy enserio los proyectos culturales y ya se están empezando a impulsar varias propuestas hacia una nueva forma de vivir las ciudades, engrandeciendo su cultura.

Ya la gente se empezó a ocupar (y no sólo a quejarse), para que no le tiren basura en la esquina de su casa y tener así una ciudad más limpia y poder disfrutar nuevamente de las calles, como lo hacían en la generación de nuestros abuelos, cuando las personas salían al porche de la casa, o a la banqueta, a tomar el fresco de la tarde, a disfrutar de una nieve de limón o un vaso de agua fresca de temporada, pero, claro, se levantaban tempranito a barrer.

La alegría y el orgullo por esta tierra es parte de lo que somos, está representado en cada una de nuestras manifestaciones culturales, pero hace falta contagiar a las nuevas generaciones, a los apáticos, para que no sea sólo por tradición o de palabra, sino que realmente nos vivamos como tapachultecos, soconusquenses, chiapanecos, ocupados en tener una mejor calidad de vida, una relación de respeto con la naturaleza, con los seres humanos, para que juntos, sociedad y gobierno, encontremos esas nuevas formas y las pongamos en práctica.

Comentarios: ronay.mx@gmail.com

La situación mundial, nacional, local, está muy lejos de ser algo digno de festejar: violencia, contaminación, discriminación, en fin, hay decenas de cosas qué arreglar, aunque eso no quiere decir que todo esté mal o que ya no tenga solución, sino que se debe encontrar un mejor camino, una salida.

En los momentos ásperos, de conflicto, siempre es necesario un remanso, algo que nos permita regresar a la calma, a la paz, al sentido de las cosas, y por ello buscamos en nuestro círculo más cercano reencontrarnos con lo que realmente somos; con la familia, los amigos.

Hay problemáticas comunes en las ciudades en vías de desarrollo (las desarrolladas tienen otras): agua potable, alumbrado, transporte público (que vaya que está de la chingada, se baja uno oliendo a fierro oxidado), la seguridad, la migración, pero no podemos negar que cuando se organiza una fiesta familiar, tocan en la marimba “La tortuga del Arenal” y se paran todos a bailar, a comer tamal con atole, o cuando andamos en las fiestas patronales, todo parece estar bien por unos instantes, se olvida el pesimismo y las cosas se ven más claras.

Y es que cualquier problema se reduce cuando probamos nuestros tradicionales hot dogs de Tapachula, que por cierto son deliciosos; o la botana casera que encontramos en tantos lugares en el municipio, y si además de disfrutar de esas delicias gastronómicas nos reímos, sudamos como marranos, como marranos felices, claro, en un ambiente sano, de camaradería; o caminamos por las calles, disfrutando de los edificios, de la naturaleza, eso es en sí una solución, una forma más optimista y comprometida de vivir nuestras ciudades y de convivir, porque al resaltar todas las bondades que tenemos, de alguna forma nos estamos comprometiendo a conservarlas y mejorarlas.

La cultura son nuestras manifestaciones como seres humanos: pintura, gastronomía, música, historias... Y en esta zona tenemos un crisol súper interesante. Nos vemos influenciados por la cultura japonesa, la alemana, la china, que no sólo aportan apellidos, todos estos grupos nos enriquecen con sus sabores, colores, rituales, formas de actuar e interactuar.

A veces se dan mini epidemias de quejas en WhatsApp arremetiendo contra absolutamente todo, y es incluso normal, pero sería mucho mejor que además de quejarse, todas esas personas (o una replicada cien veces) voltearan a su alrededor y descubrieran las maravillas existentes, pero sobre todo pensaran en cómo cooperar, en cómo resaltar todas las cosas buenas que tenemos que son parte de nuestra cultura y que nos pueden ayudar a mejorar como sociedad.

El Gobierno del Estado que está por entrar se está tomando muy enserio los proyectos culturales y ya se están empezando a impulsar varias propuestas hacia una nueva forma de vivir las ciudades, engrandeciendo su cultura.

Ya la gente se empezó a ocupar (y no sólo a quejarse), para que no le tiren basura en la esquina de su casa y tener así una ciudad más limpia y poder disfrutar nuevamente de las calles, como lo hacían en la generación de nuestros abuelos, cuando las personas salían al porche de la casa, o a la banqueta, a tomar el fresco de la tarde, a disfrutar de una nieve de limón o un vaso de agua fresca de temporada, pero, claro, se levantaban tempranito a barrer.

La alegría y el orgullo por esta tierra es parte de lo que somos, está representado en cada una de nuestras manifestaciones culturales, pero hace falta contagiar a las nuevas generaciones, a los apáticos, para que no sea sólo por tradición o de palabra, sino que realmente nos vivamos como tapachultecos, soconusquenses, chiapanecos, ocupados en tener una mejor calidad de vida, una relación de respeto con la naturaleza, con los seres humanos, para que juntos, sociedad y gobierno, encontremos esas nuevas formas y las pongamos en práctica.

Comentarios: ronay.mx@gmail.com