Imagine usted, amable lector, que en un error de teletransportación termina usted en una comunidad en donde se comunican en un idioma del cual usted no entiende nada y en donde se tendrá que quedar un rato, al menos hasta que arreglen la máquina que lo votó ahí. Tendría que ingeniárselas para darse a entender, trabajar en lo que sea, por más que usted sea un abogado, un maestro, para sacar algún recurso para comer y sobrevivir. Pero además, resulta que los lugareños lo ven feo, lo marginan, lo ignoran, simplemente porque no le entienden, ni usted a ellos. El asunto se pone peor cuando se da cuenta que sigue estando en su país, ¿pero cómo va a ser ese su país si todo es distinto para usted? ¿Por qué a nadie parece importarle lo que le pase si aunque no le entiendan tiene los mismos derechos?
Pues bien, amable lector, resulta que así se sienten miles de personas en nuestro estado, que no saben leer ni escribir, en español, claro, que es el idioma oficial. Y en su propio país son ignorados y marginados por ello, y aunque tengan otros conocimientos no pueden tener las mismas oportunidades de estudio, de desarrollo. Injusto, ¿no cree?
Chiapas ocupa el nada honroso primer lugar nacional en analfabetismo, más del diez por ciento de la población está en esa condición, gente que vive principalmente en comunidades indígenas.
¿Qué pasaría si en lo que arreglan la máquina descompuesta alguien le enseñara la lengua del lugar, a leer? Sería una realidad completamente distinta, ¿cierto? A lo mejor ya ni se quiere ir después, ya se siente uno de ellos y puede gozar de lo bueno del lugar, que antes parecía horrible, sin futuro ni esperanza. Algo parecido es lo que tiene planeado el gobernador electo Eduardo Ramírez, trabajar desde el primer día para dejar ese terrible primer lugar, pero no sólo por cuestión estadística sino porque la alfabetización va de la mano de mejores oportunidades.
De sí es un punto sumamente importante, pero además, vale la pena resaltar que ha hablado de respeto a las tradiciones, a la cultura de las muchas comunidades indígenas en las que se implementará un ambicioso programa, pero no para que se olviden de sus lenguas, no se trata de una “colonización”, sino de que la marginación quede a un lado y todas esas personas puedan participar activamente en este México diverso, rico en culturas y tradiciones.
Eduardo Ramírez habla de dignidad, de bienestar, libertad para todas esas comunidades, y yo añadiría justicia, pues se trata de generaciones y generaciones que han vivido en la marginación social cuando tienen muchísimo qué aportar, su lengua misma, sus costumbres, su cosmovisión; es tan importante lo que ellos pueden adquirir si dejan el analfabetismo, como lo que podrían legarnos en conocimientos. Por eso, el humanismo del que habla no es sólo necesario sino ¡urgente!, y es una gran noticia el que desde ahorita, aún sin haber tomado posesión, se preocupe y se ocupe del tema.
Asegura que va a convocar a toda la población a una cruzada para lograr este objetivo, de la que él será el primer soldado. Y es así como las cosas suceden, cuando todos se involucran y no se dejen las soluciones a uno solo. Aún no da detalles de la estrategia a seguir, pero yo le entro, en lo que se pueda, y estoy seguro que muchos chiapanecos más están en la misma disposición.
Ha mencionado que se apoyará en los jóvenes egresados de bachillerato y de educación superior, lo cual es un gran acierto, ojalá participen también los montones de ninis que se la pasan en el sillón con el control de una consola. Hay también muchos adultos mayores ávidos de sentirse útiles, de transmitir sus conocimientos, que pueden ser excelentes elementos. En fin, esperaremos las directrices que se han de llevar a cabo para que ahora, como lo ha dicho el Jaguar Negro, seamos referente en el combate al analfabetismo y esto sea parte importante de esa Nueva Era que tiene grandes retos y, por lo que se ve, muchas ganas de trabajar.
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