/ lunes 2 de diciembre de 2024

Carrereando la Chuleta / ¿Y luego se preguntan por qué?

Hace muchos años, mientras cubría mi turno como locutor y justo antes de que me quedara placenteramente dormido en esa comodísima cabina de radio, recibí una llamada telefónica por parte de mí entonces jefe, hoy gran amigo, Alfredo Peyrot. Me dijo, entre otras cosas, las distintas formas en las que pensaba asesinarme después de que le dijera quién era el que había autorizado poner la canción que estaba sonando en la radio. La traducción al español hacía referencia a un sujeto que sentía un profundo amor y atracción por los estupefacientes y la cantaba el polémico Marilyn Manson.

Me justifiqué diciéndole que dicha canción estaba contemplada en la guía musical, me dio la orden de quitarle inmediatamente y poner cualquier otra cosa. Tras la investigación que realizaron, resultó que efectivamente a mí me habían dado la guía musical y venía esa canción. Castigaron dos días al responsable de hacer la programación, y a mí, para no perder la costumbre, me mandaron tres días castigados a mi casa, los cuales no cumplí porque luego luego me hicieron regresar para que trabajara, pero eso es otra historia.

Hace poco, en una radiodifusora, una dulce voz al aire, vía telefónica, pidió una complacencia musical, una canción muy similar a la de hace muchísimos años, pero hoy bajo el nombre de corridos tumbados en los que se hace una clara apología del narcotráfico, y se la pusieron.

Hoy en día puedes descargar en tu celular la canción que te plazca y ponerla mil veces; ya no importa si en la radio se pueda controlar o no. Atrás quedaron los tiempos en donde había canciones y géneros que jamás iban a sonar en la radio. Los conciertos no se quedan atrás, montones de cantantes se presentan para hacer apologías del narcotráfico, de la violencia, y la autoridad no lo puede impedir.

No sé si tenga que ver con valores, si sea cuestión cultural, del gobierno, de principios, o una mezcla de todo, el caso es que algo tenemos que hacer porque es aterrador el que los niños estén encantando a todo pulmón, el corrido tumbado de un sujeto que es un asesino, que vive de envenenar y matar gente. ¿El resultado?, que a los chavitos de 12 o 14 años se les haga de lo más normal matar a alguien por unos pesos, vender droga a sus cuates, incluso más pequeños. Eso, mis estimados lectores, no está bien por donde se le vea.

Y pueden alegar libertad de expresión, eso es cierto, pero recuerde que no puede haber un derecho que pase sobre el derecho fundamental de otro, y los niños tienen derecho a crecer en un entorno sano libre de violencia, y así como los alimentamos lo más sanamente posible, para su mejor desarrollo, también deberíamos cuidar, con la misma dedicación, lo que escuchan, justo por la misa razón, para que en su desarrollo no crezca la idea de que ser asesino, narcotraficante, secuestrador, es un buen ejemplo a seguir; si no les damos de comer excremento, por qué dejamos que sus oídos lo reciban.

Nos asombramos por tanta violencia, tanta delincuencia, pero no nos ponemos a pensar que podríamos estar contribuyendo a ella. Si seguimos dando cabida a esas expresiones sin sentido, luego no nos preguntemos por qué, por qué aparecen colgados, por qué secuestran niños, por qué matan mujeres, por qué me pasó a mí. Agradeceré sus comentarios a:


ronay.mx@gmail.com