/ jueves 9 de junio de 2022

Democracia en México dista mucho de ser una auténtica realidad


Ángel Yuing


Es cierto: “la democracia, valor universal basado en la voluntad libremente expresada por los pueblos”, en México dista mucho de ser una auténtica realidad; los resultados electorales del pasado domingo para elegir gobernadores en seis entidades de la República, lo demuestran.

Casi 12 millones de mexicanos fueron convocados a votar en los estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca,Quintana Roo y Tamaulipas; sin embargo, otra vez, el abstencionismo, volvió a marcar la vida política-electoral de los mexicanos. La participación ciudadana no alcanzó ni siquiera el 50 por ciento.

La lucha por la democracia en nuestro país, está quedando atrás por la falta de credibilidad hacia las instituciones.Y al parecer, la crisis económica y social de los últimos años, no ha tenido mejor compañía que la desconfianza hacia los partidos políticos que gobiernan, y por supuesto de sus candidatos.

Recordemos que los principios democráticos para alcanzar un desarrollo sostenible requieren de sociedades e instituciones inclusivas y participativas, basadas en el Estado de Derecho; porque ya sabemos que, sin participación popular y sin libertad para decidir resulta más que difícil luchar contra la injusticia, la corrupción y las desigualdades sociales.

En perspectiva, es imposible continuar fortaleciendo la democracia, mientras los corruptos continúen apoderándose delas instituciones, mientras no exista un estado de bienestar que proteja a las personas y mientras los fraudes no desaparezcan.

Sin embargo, también nuestro sistema de elección requiere cambios que se adapten a las condiciones del electorado y no al revés, para que realmente sean decisiones mayoritarias. Pero sobretodo, como ha sido el reclamo popular, se requiere que las acciones de los gobiernos sean realmente reconocidas por la sociedad; es decir, se requiere la participación conjunta, de todas y todos. Sinergias.

No podemos pensar en sociedades justas, pacíficas e inclusivas, sin la participación ciudadana. Pero sobretodo, sin un ejercicio del poder que se legitime en la búsqueda y la generación de bienestar para los individuos. Algo está de cabeza, y son, precisamente, los privilegios de grupos, de mafias y de oligarquías posmodernas el mayor contrapeso de la democracia.


La democratización de nuestro país, es una tarea de todos y todas. Mientras sigamos celebrando victorias pírricas, seguiremos justificando gobiernos ineficientes, políticas públicas ineficientes y resultados mediocres. Al que le venga el saco…


angelyuing@hotmail.com


Ángel Yuing


Es cierto: “la democracia, valor universal basado en la voluntad libremente expresada por los pueblos”, en México dista mucho de ser una auténtica realidad; los resultados electorales del pasado domingo para elegir gobernadores en seis entidades de la República, lo demuestran.

Casi 12 millones de mexicanos fueron convocados a votar en los estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca,Quintana Roo y Tamaulipas; sin embargo, otra vez, el abstencionismo, volvió a marcar la vida política-electoral de los mexicanos. La participación ciudadana no alcanzó ni siquiera el 50 por ciento.

La lucha por la democracia en nuestro país, está quedando atrás por la falta de credibilidad hacia las instituciones.Y al parecer, la crisis económica y social de los últimos años, no ha tenido mejor compañía que la desconfianza hacia los partidos políticos que gobiernan, y por supuesto de sus candidatos.

Recordemos que los principios democráticos para alcanzar un desarrollo sostenible requieren de sociedades e instituciones inclusivas y participativas, basadas en el Estado de Derecho; porque ya sabemos que, sin participación popular y sin libertad para decidir resulta más que difícil luchar contra la injusticia, la corrupción y las desigualdades sociales.

En perspectiva, es imposible continuar fortaleciendo la democracia, mientras los corruptos continúen apoderándose delas instituciones, mientras no exista un estado de bienestar que proteja a las personas y mientras los fraudes no desaparezcan.

Sin embargo, también nuestro sistema de elección requiere cambios que se adapten a las condiciones del electorado y no al revés, para que realmente sean decisiones mayoritarias. Pero sobretodo, como ha sido el reclamo popular, se requiere que las acciones de los gobiernos sean realmente reconocidas por la sociedad; es decir, se requiere la participación conjunta, de todas y todos. Sinergias.

No podemos pensar en sociedades justas, pacíficas e inclusivas, sin la participación ciudadana. Pero sobretodo, sin un ejercicio del poder que se legitime en la búsqueda y la generación de bienestar para los individuos. Algo está de cabeza, y son, precisamente, los privilegios de grupos, de mafias y de oligarquías posmodernas el mayor contrapeso de la democracia.


La democratización de nuestro país, es una tarea de todos y todas. Mientras sigamos celebrando victorias pírricas, seguiremos justificando gobiernos ineficientes, políticas públicas ineficientes y resultados mediocres. Al que le venga el saco…


angelyuing@hotmail.com