El síndrome de la niña buena, es una característica socialmente impuesta al género femenino, no hablar muy fuerte, no llamar mucho la atención, no demostrar enojo, sonreír aún a quien es desagradable, ser amable, no ser presumida, son algunas de las “cualidades” de una niña buena.
¿Resultado?
Mujeres frustradas a todos niveles, porque, aún cuando tengan una buena idea laboral, difícilmente reconocen su éxito y más complicado aún es hacer que lo sepan los demás, de hecho, sus ideas suelen ser robadas por otros o el reconocimiento otorgado a otros y ellas sufren en silencio cómo alguien más se lleva los aplausos de lo que tanto trabajo le costó.
Son las mujeres que prefieren mirar a otro lado cuando les molesta aunque por dentro se sientan terribles, pero sonríen, estrechan la mano de quien les ha hecho sentir mal y conviven a diario como si nada con esas personas, les preocupa que se puedan incomodar, aunque claro, no piensan en su propia incomodidad, no importa el sacrificio, son una niña buena.
Esta educación que reprime emociones enferma, deprime, intoxica y va secando a quien la vive y se siente desposeída.
¿Se puede cambiar?
Claro que se puede cambiar, las personas somos seres de cambio permanente por más que se promueva el “soy así, así nací y así me moriré”, la verdad es que no, tu yo actual no es el mismo de hace una semana, los cambios ocurren casi de forma imperceptible.
Darte cuenta de que vives con este síndrome es una excelente forma de buscar un cambio, si es que así lo deseas.
La bondad es importante en la vida, pero lo primero es la bondad hacia ti, está errado el camino cuando por ser buena, dejas de lado tus prioridades y necesidades, tampoco es justo vivir bajo la constante lupa de la crítica al no permitirte equivocarte.
Ayuda si no te afecta, acepta si no te daña, empatiza si no te desagrada.