Son 152 las pinturas que conforman el universo pictórico de Frida Kahlo. Esto se sabe gracias a una labor sin precedentes, hecha por el historiador de arte y curador Luis-Martín Lozano, en colaboración con las especialistas Andrea Kettenmann y Marina Vázquez Ramos, cuyos esfuerzos de revisión y catalogación quedaron plasmados en el libro “Frida Kahlo. Obra pictórica completa”, publicado por la editorial Taschen.
Como un acercamiento panorámico a la obra de Kahlo, Lozano explica en entrevista algunas coordenadas para su navegación, así como teorías sobre las razones de su paradero, ya que, según sus investigaciones, la mitad de los cuadros que la componen se encuentran en México mientras la otra mitad está en el extranjero.
La pintura, un elemento central para Frida
Para acercarnos a la totalidad de la obra pictórica de Frida Kahlo, Lozano dice que hay que entender ella y entorno son una presencia constante en su vida. Entre sus obras tempranas se pueden encontrar los dibujos que hizo al acompañar a su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo (1872-1941), que también era un pintor diletante, en travesías por la ciudad, como un elemento afectivo; luego, como adolescente, ella mostrará un cierto interés en el área a partir de la biblioteca de su padre que, a pesar de no ser tan extensa, se enfoca en el estudio y desarrollo de las bellas artes.
Este andar artístico continuará en su periodo como estudiante de la Escuela Normal para Maestras, donde tomó clases que le permitieron desarrollar un entrenamiento del dibujo como expresión artística y técnica; para luego llegar a la Escuela Nacional Preparatoria, donde tiene contacto con la obra del movimiento muralista.
Después de esto, como ha sugerido Lozano, Frida evolucionó hasta tener sus primeras composiciones pictóricas, unas en un entorno familiar y otras bajo la influencia del movimiento estridentista, que era un movimiento de vanguardia, mayormente literario, pero que también presentó obra pictórica.
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“Frida empezó a pintar a partir del accidente que la postró en cama varios meses, aprovechó el momento para poder desarrollar su arte. Ella quería estudiar medicina, pero el accidente cambió ese escenario porque su cuerpo quedó lastimado. Así que tuvo que encontrar un oficio, por lo que en los años 1927 y 1928 consideró dedicarse seriamente a la pintura. Después de eso vemos una pintora en constante evolución y perfeccionamiento”, afirma el investigador en entrevista con El Sol de México.
“Lo que podemos decir es que Frida se sintió muy orgullosa de su trabajo como pintora y que al final de sus días le importó mucho su trascendencia, lo que se pudiera concluir de éste y dónde terminarían los cuadros. Pero esto fue un proceso gradual en el que la pintura se volvió el elemento central de su existencia”, apunta el ex director del Museo de Arte Moderno, quien agrega que la marca en la obra de Frida es el ser una pintora de vanguardia, en el sentido de posicionarse lejos de las convenciones académicas desde la conceptualización de sus obras.
Cartas y un cuestionario
Como prueba del interés de Frida por el paradero de sus cuadros, Lozano apunta que la pintora expresó en varias de sus cartas los indicios de los compradores de sus obras, además de un cuestionario que le fue hecho por su psicóloga, entre 1949 y 1950, Olga Campos, en el que Frida mencionó de memoria casi la totalidad de sus pinturas, las cuales no solía vender en cuanto las terminaba, sino que las conservaba, pues “un poco a la manera de Leonardo da Vinci”, en realidad nunca estaba terminada, además de que procuraba que su obra “fuera entendida” por quien la adquiriera.
Es por estas características conceptuales y de búsqueda de trascendencia, que se puede entender que gran parte de la obra de Frida se encuentre hoy en manos de particulares, ya que se trata de pinturas “de contenidos muy sofisticados”, pero “unipersonales”, menciona el investigador, quien piensa que es una característica común de muchos artistas en la historia del arte.
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“Ella no fue una pintora popular, ni para todo tipo de gente, no fue como Diego Rivera. Si tú conocías a Frida era posible que entendieras lo que estaba en el cuadro, pero si ibas a un museo sin saber quién lo había pintado, era muy difícil acceder a él. Pinturas como ‘Mi nacimiento’, de 1932, una obra agresiva, misteriosa e inusual para esa época, un cuadro que no se identificaba fácilmente con el gran público, razón por la cual sus coleccionistas son gente que, en primera reconoce el valor del arte mexicano, pero también porque es completamente diferente”, describe el historiador.
Principales colecciones
Frida no tuvo “un ejército de coleccionistas que compraran sus obras”, sino más bien un grupo de gente “realmente interesada en su obra” más allá de lo que representara económicamente. Un fenómeno que impulsó la exhibición, pero sobre todo la venta de su trabajo pictórico en el extranjero. Actualmente, la obra que aún queda en México, por la declaración de patrimonio artístico, puede seguir teniendo propietarios, pero está imposibilitada de salir del país de forma definitiva.
Si bien Lozano considera que posiblemente la mitad de las pinturas están en el extranjero, también afirma que aún falta catalogar los dibujos, los cuales pueden llegar a 200 y siguen apareciendo incluso en pleno 2024.
De las principales colecciones que actualmente tienen obras de Frida Kahlo, el especialista menciona que está la Colección Dolores Olmedo, la cual adquirió las piezas de Eduardo Morillo Safa, el principal coleccionista en vida de Frida, así como la de Jacques y Natasha Gelman, la cual continúa junta. Éstas se han vuelto “el gran caballo de batalla” para la difusión de la obra de Frida a nivel internacional, por su carácter privado.
Le siguen la del Instituto Nacional de Bellas Artes, que “si bien no tiene tantas piezas, sí resguarda la más importante”, que es “Las dos Fridas” (1939), que se exhibe en el Museo de Arte Moderno; así como colecciones de museos en el extranjero como el Museo de Arte de Nueva York (MoMA), que tiene tres obras: “Autorretrato con pelo corto” (1940), “Mis abuelos, mis padres y yo” (1936) y “Fulang Chang y yo” (1937).
“Frida fue desde un inicio una artista de alcance internacional, con coleccionistas extranjeros en su mayoría. Hoy es sin duda la artista mexicana con mayor proyección en el mundo”.
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La obra inconclusa y extraviada
Basándose en la lista de obras mencionadas por la misma Frida Kahlo, Lozano afirma que hasta el día de hoy son seis piezas las que están desaparecidas, pero se trata de una lista que aún no es definitiva; también hay otras que no se han identificado, por distintas circunstancias, entre ellas su nombramiento en distintos idiomas para exposiciones en varios países. Una pieza que llama la atención es “La mesa herida”, realizada entre 1939 y 1940, de la cual hoy se desconoce su paradero luego de que fuera expuesta en Varsovia, Polonia en 1955.
En cuanto a la obra inconclusa, el especialista afirma que es difícil determinar un número exacto por las condiciones particulares de cada una, ya que algunas, aunque parecen completas no están ni firmadas ni fechadas, pero menciona que hay otras como las que hoy resguarda el Museo Frida Kahlo, también conocido como Casa Azul.