Este 17 de octubre de 2024, México conmemora 71 años desde que se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. Aunque hoy parece un hecho lejano, la lucha por la participación política de las mujeres fue ardua y reunió a miles que, desde el ámbito individual y colectivo, abrieron camino para que todas pudieran participar en la vida política del país.
La exigencia de los derechos políticos para las mujeres comenzó a finales del siglo XIX, cuando Laureana Wright y Mateana Murguía, inspiradas por los movimientos sufragistas del Reino Unido, publicaron artículos en el semanario feminista Violetas del Anáhuac. Simultáneamente, mujeres como Hermila Galindo y Artemisa Sáenz difundían la importancia del voto femenino en Mujer Moderna.
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La lucha tomó fuerza con la creación del Primer Congreso Feminista en Mérida en 1916, un evento en medio de la transformación social postrevolucionaria de México. Allí se debatieron temas como el derecho al voto, la igualdad salarial y la educación. Ese mismo año, en el Congreso Constituyente de Querétaro, Hermila Galindo envió una propuesta exigiendo el voto femenino, argumentando que "no existe razón fundamental para que la mujer no participe en la política de su país".
A pesar de los esfuerzos tempranos, la aprobación del voto femenino tardó décadas en concretarse. En los años veinte, mujeres como Elena Torres, Refugio García y Matilde Montoya encabezaron movimientos a favor del sufragio. En 1922, Rosa Torre González fue electa como la primera regidora del país, y en los años siguientes, otras mujeres hicieron historia al ocupar cargos políticos.
El camino hacia el sufragio femenino culminó en 1953, cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines cumplió su promesa electoral de reformar el artículo 34 constitucional, reconociendo el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. Dos años después, en 1955, las mexicanas participaron por primera vez en unas elecciones federales.