/ domingo 9 de junio de 2024

¡Mitos desmentidos! 5 datos curiosos del solsticio de verano

El solsticio de verano sigue siendo un momento de celebración y estudio en diversas culturas y disciplinas científicas

Cada 21 de junio, el solsticio de verano marca el día más largo del año en el hemisferio norte, cuando el eje de rotación de la Tierra está inclinado aproximadamente 23,4 grados hacia el Sol. Este fenómeno no solo influye en las estaciones, sino que también ha capturado la imaginación humana a lo largo de la historia. A continuación, exploramos cinco curiosidades fascinantes sobre el solsticio de verano:

1. Más luz, no significa más calor

Durante el solsticio de verano, el hemisferio norte recibe la máxima cantidad de luz solar en un solo día. Sin embargo, esto no significa que el día del solsticio sea el más caluroso del año. La razón radica en cómo la Tierra absorbe y redistribuye el calor solar. Aunque el planeta absorbe energía solar significativa en el solsticio de verano, lleva tiempo liberar esta energía térmica. De hecho, los días más calurosos del verano suelen ocurrir semanas más tarde, en julio o agosto, cuando el calor absorbido durante el solsticio se ha acumulado y se libera gradualmente a través de la atmósfera y los océanos.

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Robert Howell, astrónomo de la Universidad de Wyoming, compara este proceso con el calentamiento de un horno y su enfriamiento posterior: "Si lo comparas con encender un horno, a este le lleva bastante tiempo calentarse. Y después de apagarlo, tarda un buen rato en enfriarse. Pasa lo mismo con la Tierra".

2. La Tierra no está más cerca del Sol

Contrariamente a la creencia popular, la distancia física de la Tierra al Sol no determina las estaciones. Durante el solsticio de verano en el hemisferio norte, la Tierra en realidad está más alejada del Sol que en otros momentos del año. La inclinación del eje de la Tierra hacia el Sol es lo que provoca que los rayos solares incidan más directamente en el hemisferio norte durante el verano, creando días más largos y noches más cortas.

3. Celebraciones antiguas y construcciones astronómicas

El solsticio de verano ha sido motivo de celebración y ritual en diversas culturas a lo largo de la historia. Por ejemplo, los antiguos egipcios alinearon las pirámides de Giza de tal manera que el Sol, visto desde la Esfinge, se situaba exactamente entre dos de las pirámides durante el solsticio de verano. Esta alineación destacaba la importancia del evento en sus creencias y calendarios agrícolas.

En la cultura inca, el solsticio de invierno (equivalente al solsticio de verano en el hemisferio norte) era celebrado con la ceremonia Inti Raymi, que incluía ofrendas de comida y sacrificios de animales como muestra de gratitud y respeto hacia el Sol. Además, recientemente se descubrió un observatorio astronómico en una antigua ciudad maya enterrada en Guatemala. Los edificios de esta ciudad estaban diseñados específicamente para alinearse con el Sol durante los solsticios, indicando una sofisticada comprensión de la astronomía y la importancia cultural de estos eventos celestiales.

En el Reino Unido, Stonehenge ha sido un punto focal de los solsticios de verano e invierno durante más de 5.000 años. Los observadores que se sitúan en el centro de este monumento pueden presenciar el amanecer del solsticio de verano sobre la piedra Heel Stone, que se encuentra justo fuera del círculo principal de Stonehenge. Este alineamiento preciso demuestra cómo las civilizaciones antiguas eran capaces de utilizar estructuras arquitectónicas para marcar eventos celestiales importantes en su calendario.


"The Heel Stone” es un punto de visita por su relevancia en el solsticio de verano / Foto: Cortesía / Tripadvisor.com


4. Tradición en declive en la sociedad moderna

Aunque históricamente crucial para la agricultura y rituales religiosos, los solsticios han perdido relevancia en la sociedad moderna. Hoy en día, los observadores regulares de estos eventos son principalmente neopaganos y agricultores, para quienes los solsticios siguen siendo marcadores importantes en los ciclos de cultivo y cosecha. Jarita Holbrook, exastrónoma cultural de la Universidad de Arizona, señala para National Geographic: "El calendario era muy importante, mucho más de lo que lo es ahora. La gente quería saber qué era lo que iba a pasar, para poder estar preparados".

Ricky Patterson, astrónomo de la Universidad de Virginia, opina que el descenso en la importancia de los solsticios en la sociedad moderna no es necesariamente negativo: "Las culturas antiguas y algunas religiones modernas prestan mucha atención a algunos alineamientos naturales, y hay mucho misticismo y poderes sobrenaturales unidos a esto".

5. Fenómeno Universal en el Sistema Solar

El solsticio y el equinoccio no son exclusivos de la Tierra; cualquier planeta con un eje rotacional inclinado también experimentaría estos fenómenos. De hecho, los científicos planetarios utilizan los solsticios y equinoccios para definir las "estaciones" en otros planetas del Sistema Solar. Estos eventos astronómicos demuestran cómo la inclinación axial de un planeta afecta directamente la cantidad de luz solar que recibe cada región durante su órbita alrededor del Sol.

El solsticio de verano no solo marca el inicio de la estación más cálida, sino que también nos conecta con prácticas ancestrales y fenómenos astronómicos que continúan fascinándonos y enseñándonos sobre nuestro lugar en el universo.

Cada 21 de junio, el solsticio de verano marca el día más largo del año en el hemisferio norte, cuando el eje de rotación de la Tierra está inclinado aproximadamente 23,4 grados hacia el Sol. Este fenómeno no solo influye en las estaciones, sino que también ha capturado la imaginación humana a lo largo de la historia. A continuación, exploramos cinco curiosidades fascinantes sobre el solsticio de verano:

1. Más luz, no significa más calor

Durante el solsticio de verano, el hemisferio norte recibe la máxima cantidad de luz solar en un solo día. Sin embargo, esto no significa que el día del solsticio sea el más caluroso del año. La razón radica en cómo la Tierra absorbe y redistribuye el calor solar. Aunque el planeta absorbe energía solar significativa en el solsticio de verano, lleva tiempo liberar esta energía térmica. De hecho, los días más calurosos del verano suelen ocurrir semanas más tarde, en julio o agosto, cuando el calor absorbido durante el solsticio se ha acumulado y se libera gradualmente a través de la atmósfera y los océanos.

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Robert Howell, astrónomo de la Universidad de Wyoming, compara este proceso con el calentamiento de un horno y su enfriamiento posterior: "Si lo comparas con encender un horno, a este le lleva bastante tiempo calentarse. Y después de apagarlo, tarda un buen rato en enfriarse. Pasa lo mismo con la Tierra".

2. La Tierra no está más cerca del Sol

Contrariamente a la creencia popular, la distancia física de la Tierra al Sol no determina las estaciones. Durante el solsticio de verano en el hemisferio norte, la Tierra en realidad está más alejada del Sol que en otros momentos del año. La inclinación del eje de la Tierra hacia el Sol es lo que provoca que los rayos solares incidan más directamente en el hemisferio norte durante el verano, creando días más largos y noches más cortas.

3. Celebraciones antiguas y construcciones astronómicas

El solsticio de verano ha sido motivo de celebración y ritual en diversas culturas a lo largo de la historia. Por ejemplo, los antiguos egipcios alinearon las pirámides de Giza de tal manera que el Sol, visto desde la Esfinge, se situaba exactamente entre dos de las pirámides durante el solsticio de verano. Esta alineación destacaba la importancia del evento en sus creencias y calendarios agrícolas.

En la cultura inca, el solsticio de invierno (equivalente al solsticio de verano en el hemisferio norte) era celebrado con la ceremonia Inti Raymi, que incluía ofrendas de comida y sacrificios de animales como muestra de gratitud y respeto hacia el Sol. Además, recientemente se descubrió un observatorio astronómico en una antigua ciudad maya enterrada en Guatemala. Los edificios de esta ciudad estaban diseñados específicamente para alinearse con el Sol durante los solsticios, indicando una sofisticada comprensión de la astronomía y la importancia cultural de estos eventos celestiales.

En el Reino Unido, Stonehenge ha sido un punto focal de los solsticios de verano e invierno durante más de 5.000 años. Los observadores que se sitúan en el centro de este monumento pueden presenciar el amanecer del solsticio de verano sobre la piedra Heel Stone, que se encuentra justo fuera del círculo principal de Stonehenge. Este alineamiento preciso demuestra cómo las civilizaciones antiguas eran capaces de utilizar estructuras arquitectónicas para marcar eventos celestiales importantes en su calendario.


"The Heel Stone” es un punto de visita por su relevancia en el solsticio de verano / Foto: Cortesía / Tripadvisor.com


4. Tradición en declive en la sociedad moderna

Aunque históricamente crucial para la agricultura y rituales religiosos, los solsticios han perdido relevancia en la sociedad moderna. Hoy en día, los observadores regulares de estos eventos son principalmente neopaganos y agricultores, para quienes los solsticios siguen siendo marcadores importantes en los ciclos de cultivo y cosecha. Jarita Holbrook, exastrónoma cultural de la Universidad de Arizona, señala para National Geographic: "El calendario era muy importante, mucho más de lo que lo es ahora. La gente quería saber qué era lo que iba a pasar, para poder estar preparados".

Ricky Patterson, astrónomo de la Universidad de Virginia, opina que el descenso en la importancia de los solsticios en la sociedad moderna no es necesariamente negativo: "Las culturas antiguas y algunas religiones modernas prestan mucha atención a algunos alineamientos naturales, y hay mucho misticismo y poderes sobrenaturales unidos a esto".

5. Fenómeno Universal en el Sistema Solar

El solsticio y el equinoccio no son exclusivos de la Tierra; cualquier planeta con un eje rotacional inclinado también experimentaría estos fenómenos. De hecho, los científicos planetarios utilizan los solsticios y equinoccios para definir las "estaciones" en otros planetas del Sistema Solar. Estos eventos astronómicos demuestran cómo la inclinación axial de un planeta afecta directamente la cantidad de luz solar que recibe cada región durante su órbita alrededor del Sol.

El solsticio de verano no solo marca el inicio de la estación más cálida, sino que también nos conecta con prácticas ancestrales y fenómenos astronómicos que continúan fascinándonos y enseñándonos sobre nuestro lugar en el universo.

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