El 2 de septiembre ha sido designado como un día de celebración nacional para promover el consumo del cacao mexicano y difundir el conocimiento sobre este preciado cultivo. Sin embargo, el mes de septiembre, más allá de este día, tiene un vínculo profundo con el cacao, ya que coincide con uno de sus dos periodos de cosecha anuales.
El cacao, originario de México, es más que un simple cultivo; es un símbolo cultural que ha jugado un papel central en las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios. En la antigüedad, las semillas de cacao eran tan valiosas que se utilizaban como moneda de cambio. Además, el cacao tenía un significado espiritual profundo. Según la leyenda, Quetzalcóatl, una de las deidades más importantes de las culturas prehispánicas, robó el cacao del edén de los dioses para otorgarlo a la humanidad, dándole así un carácter sagrado.
Esta leyenda resalta cómo el cacao no solo nutría a las personas, sino que también les otorgaba sabiduría, creatividad y la capacidad de conectarse con los dioses. En su honor, el cacao se esparció por las fértiles tierras de Tabasco y Veracruz, convirtiéndose en un símbolo del amor de Quetzalcóatl hacia la humanidad.
El chocolate ha sido venerado a lo largo de la historia por sus múltiples beneficios, no solo para el paladar, sino también para la salud física y emocional. Este alimento, derivado del cacao, es considerado un verdadero tesoro que ha perdurado desde las antiguas civilizaciones hasta la actualidad, transformándose en un placer cotidiano que también tiene profundas raíces medicinales.
¿Por qué comer chocolate hace feliz a la gente?
El chocolate es conocido por su capacidad para elevar el estado de ánimo, un efecto que no es meramente anecdótico. La ciencia ha demostrado que comer chocolate puede desencadenar la liberación de varias sustancias químicas en el cerebro que promueven el bienestar. Una de ellas es la feniletilamina, un compuesto que actúa como un estimulante natural del estado de ánimo. Además, el chocolate contiene triptofano, un aminoácido esencial que el cerebro utiliza para producir serotonina, la hormona que regula el estado de ánimo y la felicidad.
El consumo de chocolate, especialmente el oscuro o amargo, está también asociado con la liberación de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad. Estas sustancias químicas naturales ayudan a reducir el dolor, a aliviar el estrés, y a producir una sensación de placer y bienestar. Así, no es de extrañar que el chocolate sea considerado por muchos como una "medicina para el alma".
El chocolate amargo, enemigo de la hipertensión
El chocolate amargo, con su alta concentración de cacao y bajo contenido de azúcar, es particularmente beneficioso para la salud cardiovascular. Estudios científicos han demostrado que el consumo regular de chocolate amargo puede ayudar a reducir la presión arterial en personas con hipertensión. Este efecto se debe en gran parte a los flavonoides, compuestos antioxidantes presentes en el cacao, que ayudan a mejorar la función endotelial y a dilatar los vasos sanguíneos, facilitando así un mejor flujo de sangre.
Además de los beneficios para la presión arterial, los flavonoides también han demostrado tener propiedades antiinflamatorias y antitrombóticas, que pueden contribuir a una mejor salud del corazón en general. Por lo tanto, incorporar una porción moderada de chocolate amargo en la dieta puede ser una forma deliciosa y natural de mantener la salud cardiovascular.
Un placer con propósito
El chocolate, más que un simple antojo, es un alimento con profundas raíces históricas, culturales y científicas que ofrece múltiples beneficios para la salud física y emocional. Desde sus orígenes en las culturas mesoamericanas hasta su estatus actual como uno de los alimentos más amados del mundo, el chocolate sigue siendo un símbolo de felicidad, bienestar y salud.
Es importante, sin embargo, recordar que no todos los chocolates son iguales. Para obtener los máximos beneficios, se recomienda consumir chocolate amargo con un alto contenido de cacao (al menos 70%) y bajo en azúcar. Así, no solo estamos disfrutando de su delicioso sabor, sino que también estamos cuidando de nuestra salud, permitiéndonos disfrutar de este placer con propósito.