Un estudio reciente de la Universidad de Stanford en Estados Unidos ha identificado que el envejecimiento del cuerpo humano comienza a los 34 años. Este hallazgo se basa en cambios en las proteínas relacionadas con el envejecimiento, según informó Tony Wyss-Coray, profesor de ciencias neurológicas y autor principal del estudio.

Wyss-Coray explicó que medir ciertas proteínas en la sangre puede brindar información valiosa sobre el estado de salud de una persona. Por ejemplo, las lipoproteínas son indicadores de la salud cardiovascular. Para este estudio, el equipo de investigación analizó el plasma de 4,263 personas, cuyas edades oscilaron entre 18 y 95 años. Gracias a estas evaluaciones, identificaron un reloj fisiológico basado en 373 proteínas que puede predecir la edad cronológica de una persona.

"Las proteínas son los caballos de batalla de las células constituyentes del cuerpo, y cuando sus niveles relativos experimentan cambios sustanciales, significa que tú también has cambiado. Mirar miles de ellos en plasma te da una instantánea de lo que sucede en todo el cuerpo", afirmó Wyss-Coray.

Tres momentos clave en el envejecimiento

La investigación reveló tres puntos de inflexión clave en el ciclo del envejecimiento: a los 34, 60 y 78 años. En estas edades, se observan los cambios más significativos en la cantidad de proteínas transmitidas por la sangre. Este fenómeno se debe a que los niveles de algunas proteínas no aumentan o disminuyen de forma uniforme, sino que permanecen constantes hasta que, en un momento determinado, experimentan cambios drásticos. Estos momentos se pueden dividir en tres etapas: edad adulta, madurez tardía y vejez.

Diferencias de género en el envejecimiento

El estudio también demostró que de las 1,379 proteínas alteradas con la edad, 895 presentaron diferencias entre hombres y mujeres. Este hallazgo confirma lo que muchos estudios sugieren: hombres y mujeres envejecen de manera diferente.

Aplicaciones futuras

Wyss-Coray sugirió que en el futuro, esta técnica podría usarse para identificar a aquellas personas que envejecen más rápidamente, lo cual podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad y el sexo. "También para encontrar medicamentos u otras intervenciones terapéuticas, como los vegetales de hojas verdes, que retardan el proceso de envejecimiento, o por el contrario, para advertir de manera temprana sobre la tendencia imprevista de un medicamento a acelerar el envejecimiento", concluyó.

Con estos nuevos conocimientos, se puede afirmar que, según la ciencia, la juventud termina a los 34 años, marcando el inicio de los cambios fisiológicos significativos que llevan al envejecimiento.