La cultura maya se distingue por su cuidadosa observación de las estrellas y el cielo, utilizando el cambio de las estaciones y los cuerpos celestiales para diseñar sus pirámides y crear sus renombrados calendarios. El equinoccio, un momento en el que el sol se encuentra exactamente sobre el ecuador, ha sido una celebración espiritual para los mayas durante muchos siglos, y esta tradición perdura hasta el día de hoy.
El equinoccio de primavera, que sucederá el martes 19 de marzo y dará inicio entre las 21:04 a las 21:09 horas, marca el fin del invierno y el inicio de días más soleados y tardes más largas. Este fenómeno astronómico es especial porque la duración del día y la noche es prácticamente igual en todo el mundo, aproximadamente 12 horas cada una, de ahí su nombre derivado del latín aequinoctium que significa "noche igual". En México, este evento va más allá de lo astronómico y se convierte en una celebración espiritual.
Celebraciones y rituales en zonas arqueológicas
En esta fecha, las personas se reúnen en las principales zonas arqueológicas del país para “recargarse de energía”. En Chichén Itzá, Yucatán, la pirámide de Kukulcán atrae a muchos turistas durante el equinoccio, ya que se produce un juego de luces y sombras que simula a una serpiente emplumada, deidad maya equivalente a Quetzalcóatl, descendiendo del recinto. Sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) señala que esta proyección solar es un mito arqueoastronómico reciente.
En Teotihuacán, también se realizan rituales durante el equinoccio, donde las personas van vestidas de blanco y suben hasta la pirámide del sol para “recargarse” de luz. Estas prácticas, aunque ligadas al “New Age”, reflejan una conexión con la naturaleza y la espiritualidad.
Sobre las tradiciones ancestrales
En la época prehispánica, marzo era especial por la “renovación de la tierra” (Tlacaxipehualixtli), marcando el inicio de los trabajos agrícolas. Las ceremonias religiosas ofrecían el corazón de guerreros capturados en batalla para propiciar ricas cosechas y evitar desastres naturales.
Aunque aún hay reminiscencias de estos rituales, la especialista Rosario Delgadillo señala que es poco factible que las personas acudan en estas fechas para “revivir nuestras tradiciones” y que las quieran “experimentar en vivo y a todo color”. Además, las visitas masivas a las zonas arqueológicas pueden ponerlas en riesgo y dañar los espacios.
El equinoccio de primavera continúa siendo un momento de celebración y reflexión, donde convergen antiguas tradiciones con prácticas contemporáneas, invitando a todos a contemplar la belleza y el misterio del cosmos mientras nos conectamos con nuestro pasado y presente.