Una vez que se le da al perro comida de la mesa, será difícil volver a desacostumbrarlo a seguir pidiendo. El can mueve la cola, gime, rasca la mesa o acerca el hocico y entonces, muchos dueños ceden y le dan algunos bocados de su comida.
A la larga este comportamiento es molesto y algunos perros incluso se vuelven agresivos. Lo único que sirve para evitarlo es mantenerse consecuente.
En realidad no es de extrañar que los perros intenten obtener alimento, porque se trata de un instinto de supervivencia. "Que los perros pidan comida es algo natural", señala la psicóloga de animales Christine Holst.
"Los cachorros ya muestran este comportamiento hacia su madre y otros miembros del grupo a partir de la tercera semana de vida: les saltan encima moviendo la cola, acercan su hocico al del animal adulto y les lamen la comisura de la boca".
Esto es innato y se remonta a su antepasado, el lobo. Los cachorros de lobo dependen para su alimentación de las presas de caza que le suministran otros miembros de la manada.
Que un perro siga reclamando comida al llegar a la edad adulta depende de las circunstancias. "El alimento es vital para el animal, y por eso, independientemente de la edad, su motivación interna es obtener comida", apunta la bióloga Ariane Ullrich de Zossen, experta en comportamiento animal y entrenadora de perros.
Por lo tanto, el animal hará de todo para obtener algo sabroso. Y lo que las personas tienen arriba de la mesa es especialmente interesantes, añade.
"Fija su mirada de un modo hipnótico sobre la comida y las personas, agita fuertemente la cola o suplica con la pata", comenta Holst. Y si tiene éxito mendigará una y otra vez.
"Si el perro nota que no recibe la respuesta esperada, intentará esforzarse aún más", explica Esther Würtz, veterinaria y terapeuta de comportamiento animal. Comienza a gemir, a ladrar o empuja con su hocico a alguna persona sentada a la mesa. Es muy molesto cuando mendiga sin parar, afirma la experta.
"En resumidas cuentas, el animal simplemente no debe tener una sensación de éxito", agrega Würtz. Eso no solo significa que no se le debe dar más nada de comida, sino que el dueño debe incluso ignorar al perro.
"Mendigar no solo es pedir comida, sino también exigir atención", indica la veterinaria. "El perro nota que no tiene éxito si no se lo mira, no se le habla y no se lo toca. Las reacciones negativas o los gritos pueden empeorar la situación", asegura.
Un perro que durante mucho tiempo fracasa con sus pedidos deja de intentarlo en algún momento. Sin embargo, a muchas personas les resulta difícil ignorar a su mascota.
"Hay que soportar largos hilos de saliva o las patas del perro encima de uno y no reaccionar a ningún reclamo del animal", dice Ullrich.
La especialista recomienda entrenar al perro y escoger un sitio cerca de la mesa donde el perro pueda tumbarse y estar tranquilo sin molestar. Ante la señal indicada, la mascota se dirige al lugar de descanso asignado y permanece allí hasta que se le permita levantarse nuevamente.
El animal deberá permanecer en su lugar mientras las personas estén sentadas a la mesa comiendo. "Se necesita paciencia, tiempo y felicitar al perro cuando va dando pequeños pasos", sostiene Holst.
Si abandona su lugar sin que se lo solicite, hay que obligarlo o llevarlo consecuentemente una y otra vez al sitio asignado. A veces ayuda por ejemplo ponerle una correa si el perro no obedece.
Lo más importante es que cada vez que hace algo bien se lo recompense, aconseja.
Depende de cada animal el tiempo que se necesite para que deje de mendigar en la mesa. "Cuanto más tiempo se le haya dado de comer, más difícil será desacostumbrarlo", sostiene Ullrich.
Si a pesar de todos los intentos el perro no deja de mendigar, podría ayudar un entrenador o terapeuta conductual. Sobre todo habrá que apelar a un especialista si el can sigue pidiendo comida con vehemencia o se vuelve agresivo.