Petricor: ¿Por qué nos gusta el olor a tierra mojada?

El olor a lluvia o tierra mojada es un recordatorio sensorial de la renovación y la fertilidad, arraigado profundamente en nuestras experiencias evolutivas y culturales

Connie Ramírez / Diario del Sur

  · sábado 20 de abril de 2024

El petricor es un aceite liberado por ciertas plantas como parte de sus procesos metabólicos/Foto: Pexels

El olor a lluvia o a tierra mojada es un fenómeno fascinante que involucra dos componentes clave: petricor y geosmina. Estas sustancias naturales, presentes en el suelo y las plantas, se combinan al contacto con las gotas de lluvia para crear un aroma único e inconfundible.

El petricor es un aceite liberado por ciertas plantas como parte de sus procesos metabólicos. Se adhiere a suelos y piedras, liberándose cuando la lluvia cae. Un proceso curioso lo lleva desde pequeñas burbujas dentro de las gotas de agua hasta la superficie, donde se disipa en el aire en forma de fragancia.

Te puede interesar: 7 consejos que te ayudarán a reducir el estrés


Aunque el término "petricor" se acuñó en 1965 por geólogos australianos, su fascinante proceso de liberación no se entendió completamente hasta 2015, cuando científicos del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) lograron usar cámaras de alta velocidad para mostrar la forma por la que el olor se introducía en el aire.

La Influencia de la Geosmina


La geosmina, una molécula producida por bacterias como la Streptomyces coelicolor, se suma al proceso del olor a lluvia. Esta bacteria y otras cianobacterias en el suelo emiten geosmina, que se mezcla con el aire y el petricor al llover, creando el característico aroma.

¿Por qué nos gusta el olor a tierra mojada?

El olor a tierra mojada es apreciado por muchas personas debido a su asociación con una sensación de calma inexplicable.

Esta preferencia tiene varias razones. En primer lugar, el sentido del olfato nos permite percibir sensaciones a través de los aromas. En segundo lugar, tiene un significado evolutivo profundo.

Para nuestros ancestros, el olor a lluvia marcaba el fin de la sequía y el comienzo de épocas fértiles en los campos. Esta conexión genética hace que este aroma sea visto como un augurio positivo para nosotros.