El ácaro Varroa destructor se ha consolidado como una de las mayores amenazas para la apicultura y la salud global de las abejas, según el portal Abejas en Agricultura. Este diminuto parásito, de apenas 1.6 mm, ha colonizado gran parte del mundo, siendo Australia uno de los pocos países que ha logrado mantener sus colmenas libres de infestación.
El ácaro se alimenta de la hemolinfa de las abejas (líquido similar a la sangre), debilitando su sistema inmunológico y transmitiendo virus altamente dañinos.
Fue descubierto por primera vez en 1904 en la isla de Java, Indonesia, y originalmente parasitaba a la abeja asiática (Apis cerana), una especie que, a lo largo de milenios, desarrolló mecanismos de defensa eficaces contra este parásito. Sin embargo, cuando la abeja occidental (Apis mellifera) fue introducida en Asia en el siglo XIX por colonos europeos, también quedó expuesta al ácaro, lo que resultó en la expansión de esta plaga a nivel global. En 1978, se documentó por primera vez en Europa, llegando a Alemania a través de colonias infectadas.
Descubrimiento del Varroa destructor y su impacto
Hasta el año 2000, se creía que el daño global causado a las abejas era provocado únicamente por el ácaro Varroa jacobsoni, pero estudios genéticos revelaron la existencia de una especie más agresiva: el Varroa destructor. Este último ha causado graves estragos en Europa y otras regiones, ya que la abeja occidental no ha desarrollado defensas naturales efectivas. La infestación por Varroa ha sido reportada en Nueva Zelanda y Hawái, dejando a Australia como la única gran excepción libre de esta plaga.
Modo de propagación del Varroa
Se propaga de una colmena a otra, aprovechando el contacto que las abejas tienen entre sí cuando buscan alimento, incluso a kilómetros de distancia. Además, la alta densidad de colonias de abejas en ciertas áreas facilita la dispersión del ácaro. Este parásito no solo afecta a las abejas adultas, sino que también reproduce dentro de las celdas de cría cerradas, donde las larvas de abeja se convierten en el principal objetivo del Varroa. Las hembras del ácaro ingresan a las celdas poco antes de que se sellen, donde se esconden y comienzan a chupar la hemolinfa de las larvas, lo que reduce su esperanza de vida.
Virus transmitidos por el ácaro Varroa
Además del daño directo, el ácaro es responsable de la transmisión de múltiples virus, como el virus del ala deformada (DWV), que provoca deformidades en las alas de las abejas, impidiendo su vuelo y condenándolas a una muerte prematura. Otro virus que propaga es el de la parálisis aguda (APV), que ataca los órganos vitales de las abejas y altera su comportamiento, resultando en problemas de orientación y desarrollo.
Estrategias para el control del ácaro Varroa
El control del Varroa es esencial para los apicultores, quienes deben realizar tratamientos periódicos, especialmente al final del verano, para garantizar la supervivencia de las colonias durante el invierno. Los métodos de control incluyen tratamientos químicos y biotecnológicos, así como la combinación de buenas prácticas de apicultura. Sin embargo, hasta la fecha, no existe una solución definitiva, y una infestación severa puede acabar con una colonia en un plazo de uno a tres años sin intervención.
El futuro del control del ácaro Varroa está ligado al desarrollo de abejas resistentes, un campo en el que aún no se han logrado avances significativos. Asimismo, no existen tratamientos específicos para los virus transmitidos por el parásito, lo que añade complejidad al manejo de las colmenas afectadas. Mientras tanto, la amenaza del Varroa sigue presente y los apicultores deben permanecer vigilantes para evitar pérdidas masivas en sus colonias.