El fenómeno climático La Niña, conocido por su enfriamiento anormal de las aguas ecuatoriales del Océano Pacífico Tropical, presenta consecuencias significativas en el clima global, marcando su presencia con bajas temperaturas y fuertes sequías en las zonas costeras del Pacífico.
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¿Por qué ocurre La Niña?
El surgimiento de aguas relativamente frías a lo largo del Ecuador conduce a la disminución de la temperatura superficial del mar, evidencia directa de La Niña. Durante este fenómeno, las aguas cálidas en el Pacífico ecuatorial se centran en la región cercana a Oceanía, generando nubosidad y lluvias intensas.
La disminución de la presión del nivel del mar en Oceanía y el aumento en el Pacífico tropical cerca de América del Sur y América Central provocan variaciones en la diferencia de presión, afectando el nivel del mar en las costas de Colombia, Ecuador, Perú y norte de Chile.
¿Cuáles son las consecuencias de La Niña?
Descubierto por científicos en 1989, La Niña se desarrolla en cuatro fases, desde la entrada tras la finalización de El Niño hasta su maduración y retorno de los vientos alisios a la normalidad.
Este fenómeno, que puede durar de 9 meses a 3 años, clasificado en débil, moderado y fuerte, impacta el clima mundial de manera opuesta a El Niño. En América del Sur, se observan temperaturas más cálidas en el Sudeste y más frías en el Noreste, con condiciones más secas, frescas en Ecuador y Perú, y más húmedas en el Noreste de Brasil.
En América Central, las zonas costeras del mar Caribe experimentan condiciones más húmedas, mientras que en México, La Niña provoca lluvias excesivas en el centro y sur, sequías y lluvias en el norte, e inviernos con ausencia de lluvias.
La Niña, aunque menos frecuente que El Niño, deja una huella climática distintiva en su paso por el planeta, destacando la complejidad de los fenómenos climáticos y su impacto global.