El cáncer de próstata es una de las principales enfermedades que afecta a los hombres mayores de 50 años en el mundo y México no es la excepción, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en México el cáncer de próstata es el tipo de cáncer más mortífero entre los hombres (9.8 muertes por cada 100 mil hombres).
Este tipo de cáncer ocurre cuando las células comienzan a crecer de forma descontrolada y maligna en los tejidos de la próstata, la cual es una glándula del tamaño de una nuez, ubicada entre la vejiga y el órgano reproductor masculino, produce líquido seminal que protege, nutre los espermatozoides y se expulsa con la eyaculación.
Los factores de riesgo y los cuales no se pueden controlar, están asociados principalmente con la edad, la raza y antecedentes familiares, pero también están aquellos factores que sí se pueden modificar para evitar el desarrollo de la enfermedad son: fumar, el sobrepeso u obesidad, la inactividad física, deficiente alimentación en vitaminas y nutrientes, consumo excesivo de alcohol, infecciones o inflamación de la próstata.
Por ello, se recomienda acudir al urólogo a partir de los 45 años para revisar la próstata, edad que se reduce a los 40 años para aquellos hombres con antecedentes familiares de primer grado que hayan tenido la enfermedad, ya que tienen hasta el doble de riesgo de padecerla.
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La visita al urólogo a partir de estas edades cobra aún más importancia si se tiene en cuenta que “el cáncer de próstata no tiene unos síntomas específicos que puedan diferenciarse de otra patología prostática benigna”. Aún así, los más comunes “son aumento en la frecuencia de la micción, dificultad o urgencia para orinar, incontinencia urinaria, sangre en la orina o en el semen, eyaculación retrógrada e impotencia”
Tratamientos para el cáncer de próstata:
“En tumores con buen pronóstico y no agresivos, se puede emplear la vigilancia activa, que consiste en un control exhaustivo mediante resonancia magnética de próstata y biopsias de control”.
Para tumores con buen pronóstico que pueden tratarse localmente, “se puede optar por la terapia focal, una técnica que actúa únicamente sobre el foco tumoral, aplicando diferentes fuentes de energía (térmicas, potenciales eléctricos o radiación)”.
Por último, en tumores con mayor agresividad, “los tratamientos suelen incluir la prostatectomía radical a través de cirugía, que consiste en la extracción total de la glándula prostática y los tejidos circundantes.
En cualquier caso, el diagnóstico precoz es determinante en el pronóstico y evolución de la enfermedad, ya que permite actuar con rapidez y que ésta no avance para que, no sólo no quite calidad de vida a los pacientes, sino que, además, no llegue a quitarles años de vida.