La autoexploración mamaria es una técnica esencial para la detección temprana de signos de enfermedad en las mamas. Esta práctica, que las mujeres deben realizar mensualmente a partir de los 20 años, aumenta significativamente las posibilidades de identificar anomalías a tiempo.
Para llevar a cabo esta técnica, se recomienda observar tus senos frente al espejo en busca de cambios en la forma, tamaño o superficie de la piel, como hundimientos, inflamaciones, enrojecimientos o ulceraciones. Realiza esta observación con los brazos a los lados, las manos detrás de la cabeza, los codos y hombros ligeramente hacia adelante, y las manos en la cintura.
Durante la autoexploración, también es importante tocar. Puedes hacerlo en dos posiciones: de pie y acostada. De pie, coloca la mano derecha en la nuca y utiliza la mano izquierda para tocar el pecho derecho, comenzando desde la parte superior y palpitando alrededor de la mama, así como en el centro y la axila. Al final, aprieta el pezón para verificar si hay alguna salida anormal de líquido. Repite este proceso con el pecho izquierdo. Acostada, utiliza una almohada pequeña o una toalla enrollada debajo del hombro derecho, coloca la mano derecha en la nuca y explora el pecho derecho de la misma manera.
Es recomendable realizar la autoexploración siete días después de la menstruación; si ya no menstruas, escoge un día fijo del mes. Si olvidas la fecha, hazlo tan pronto como recuerdes. La clave es hacerlo periódicamente y conocer lo que es normal en tus mamas, ya que su apariencia y consistencia pueden variar con el ciclo menstrual, la edad y otras circunstancias como el embarazo.
Es fundamental destacar que, aunque la mayoría de los cambios anormales no son causados por cáncer, siempre es necesario acudir al médico sin retraso si detectas alguna irregularidad. Solo un profesional puede determinar si son necesarios estudios adicionales para descartar cualquier padecimiento. La autoexploración es un paso vital en la promoción de la salud femenina y el bienestar general.