La parálisis facial es una condición que afecta el movimiento de los músculos de la cara, dificultando la expresión facial, el habla y la deglución, además de influir negativamente en la autoestima y la interacción social y laboral de quienes la padecen. En nuestro entorno, es un problema de salud frecuente, con 20 casos nuevos por cada 100,000 habitantes al año, de acuerdo con la Secretaría de Salud en la pagina de Segob.
Causas principales de la parálisis facial
Entre las causas de la parálisis facial, la más común es la parálisis de Bell, originada por el herpes virus tipo I, responsable de los fuegos labiales. Esta forma puede surgir de manera aguda y, aunque generalmente es temporal, el 30% de los casos puede dejar secuelas permanentes. Otras causas incluyen infecciones como otitis, traumatismos craneales, accidentes cerebrovasculares, y enfermedades como la sarcoidosis y la enfermedad de Lyme.
Tipos y síntomas de la parálisis facial
La parálisis facial se clasifica en:
- Parálisis facial periférica: Afecta directamente al nervio facial y compromete todos los músculos de un lado de la cara.
- Parálisis facial central: Afecta fibras del cerebro relacionadas con el nervio facial, con impacto principalmente en la parte inferior de la cara.
Los síntomas van desde la pérdida de movilidad en los músculos faciales hasta la disminución del sentido del gusto, dolor facial o auditivo, y dificultades para realizar gestos simples como sonreír o cerrar los ojos.
Diagnóstico y tratamiento para la la parálisis facial
El diagnóstico es realizado por especialistas como neurólogos u otorrinolaringólogos, mediante pruebas que evalúan la afectación del nervio facial, estudios de imagen y análisis de la función auditiva y visual.
El tratamiento puede incluir desde medicamentos antivirales y antiinflamatorios hasta rehabilitación física. En casos severos, es necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas. Además, el manejo oftalmológico es esencial para proteger los ojos del paciente, incluyendo el uso de lágrimas artificiales, pomadas, gafas de sol y, en algunos casos, cirugía de párpados.
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La atención de la parálisis facial debe ser integral, con la colaboración de neurólogos, cirujanos plásticos, psicólogos, y especialistas en rehabilitación, para mejorar tanto la funcionalidad como la calidad de vida del paciente.