“Si estuviste buena para embarazarte tienes que aguantar el dolor del parto”, ¿se te hace familiar?
Según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) la violencia obstétrica se genera con el maltrato que sufre la mujer embarazada al ser juzgada, atemorizada, humillada o lastimada física y psicológicamente, se presenta en los lugares que prestan servicios médicos, cabe recalcar que esto constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres.
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Podemos considerar como violencia obstétrica a las prácticas como el tacto realizado por más de una persona, la episiotomía como procedimiento de rutina, el uso de fórceps, la maniobra de Kristeller, el raspaje de útero sin anestesia, la cesárea sin verdadera justificación médica o el suministro de medicamentos necesarios.
Esto representa un problema en los servicios de salud que es poco atendido y que ha permanecido invisibilizado por mucho tiempo, de tal forma que continúa pasando desapercibido en las políticas públicas de salud a pesar de que un gran número de mujeres atendidas durante su embarazo, parto y puerperio han vivido sufrimiento necesario, insatisfacción generalizada y vulneración a sus derechos humanos
A nivel federal, la violencia obstétrica no es considerada un delito: el Código Penal federal no la tipifica. A nivel local, solo cinco entidades lo han tipificado: Chiapas , Estado de México, Guerrero, Quintana Roo y Veracruz.
A pesar de que tenemos este marco normativo respecto al acceso a servicios de salud reproductiva, persisten las prácticas en el sistema de salud que ponen en riesgo la salud y la vida de las mujeres durante el embarazo.
Todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud , que incluye el derecho a una digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación .