Los arcángeles son vistos como intermediarios entre Dios y la humanidad, desempeñando roles esenciales en la protección, guía y sanación espiritual. Aunque no existe una lista definitiva de arcángeles en la Biblia, estos son tres los mencionados con frecuencia en la tradición católica y en otras religiones relacionadas con el judaísmo: San Miguel, San Gabriel y San Rafael.
Un aspecto importante de los arcángeles es su función como mensajeros divinos. Estando tan cerca de Dios, también pueden estar cerca del ser humano, actuando como puentes entre el cielo y la tierra. Esto les permite guiar, proteger y sanar a quienes los invocan, abriendo caminos para que los fieles se acerquen más a Dios.
¿Qué es un ángel?
La doctrina católica, basada en la Sagrada Escritura y la tradición, describe a los ángeles como seres espirituales creados por Dios para servirle y llevar su mensaje a la humanidad. Los nombres de los arcángeles terminan con "El", que significa "Dios", indicando su cercanía y total dedicación al Creador.
Además de ser mensajeros, los ángeles también actúan como protectores, estando siempre dispuestos a intervenir en favor de aquellos que los necesiten. Su naturaleza dual, como seres espirituales y cercanos a los humanos, les permite cumplir con esta función de manera única.
San Miguel Arcángel: el príncipe de los ángeles
San Miguel es quizás el más conocido de los arcángeles y su nombre significa "¿Quién es como Dios?". Es venerado como el líder de los ejércitos celestiales y defensor de la fe. San Miguel es el símbolo del triunfo del bien sobre el mal, y es mencionado en el Apocalipsis como el comandante que expulsa a Satanás y sus seguidores del cielo. A menudo es representado con una espada, símbolo de la justicia divina, y una balanza, que alude al juicio de las almas.
Como patrono de los soldados, San Miguel es invocado en situaciones de conflicto espiritual y físico, siendo considerado un poderoso protector contra las fuerzas del mal. Su festividad se celebra el 29 de septiembre, fecha en la que muchos fieles le rinden homenaje en todo el mundo, pidiendo su intercesión y protección.
¿Por qué se “abren las puertas del infierno” cada 29 de septiembre?
El día de San Miguel Arcángel, se celebra cada año el 29 de septiembre, por lo que, según la creencia de las personas católicas, este es un día en el que el protector del pueblo de Dios se toma un descanso y tras dejar por un momento sus labores, Satanás y diversos entes malignos quedan libres y aprovechan para salir al mundo a confundir a los feligreses o causar algún problema.
La tradición católica dicta que este día las personas deben protegerse de las travesuras del demonio, por lo que en muchos hogares mexicanos se ha adoptado la costumbre de colocar en las puertas una cruz de flores de pericón la cual se tiene la creencia ayuda a evitar que estos seres entren a la casa.
Estas flores de un color amarillo y naranja eran utilizadas para proteger las cosechas de cualquier mal y solo se pueden encontrar en estados como Oaxaca, Coahuila, Chiapas, Colima, Durango, Guanajuato, Aguascalientes, Guerrero y Chihuahua. De acuerdo con la creencia este día no se deben utilizar armas, cuchillos y otros instrumentos que pudieran causar algún daño.
Oración a San Miguel Arcángel
Además de colocar la cruz de flores de pericón, otra de las maneras en la que los creyentes pueden protegerse en con la oración a San Miguel Arcángel:
“Oh, gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales
Custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales
Humildemente te rogamos, te dignes a librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza
Que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección, adelantemos cada vez más en el servicio del Señor
Que tu virtud nos impulse todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo, seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad