/ jueves 28 de junio de 2018

Maestras Artesanas conquistando el diseño: el éxito no se crea, se teje

Con un modelo basado en el comercio justo, la emprendedora mexicana Sarah Hamui colabora con 500 mujeres de la selva chiapaneca para aportar valor a las piezas de artesanía que elaboran y convertirlas en un éxito comercial

Sarah Hamui sostiene con cariño en la palma de su mano un cojín de aproximadamente 30 centímetros cuadrados. Los rombos que lo decoran, que representan el universo según la cosmogonía maya, se entrelazan de manera casi perfecta en la tela y forman un complejo cuadro donde la pintura es el hilo color azul pastel y el lienzo, una manta blanca.

En este pequeño artículo de sala, en el que una maestra artesana invirtió cinco semanas e incontables metros de hilo, yace la promesa empresarial que Sarah le ha hecho a más de 500 mujeres en la selva chiapaneca: redignificar su oficio, hacerlo redituable y un éxito comercial.

Esta emprendedora recibe a El Sol de México en una casa colonial del barrio de San Ángel, en la Ciudad de México, que hoy funciona como su primer tienda. Huipiles hechos a mano y distintas artesanías que explotan en color decoran el lugar, pero las estrellas son los juegos de sala que ocupan el estante principal.

Bajo la marca Maestras Artesanas, estas colecciones buscan agregar valor a la artesanía mexicana y convertirla de un mero accesorio folclórico a un producto congruente con las tendencias de la moda, diseño y escalabilidad de negocios; en concreto, sacarla de las vitrinas de museos y bazares para llevarla a los anaqueles de tiendas y las salas del gran público.

Previamente acordadas las paletas de color y el diseño, cada juego de sala está conformado por piezas únicas elaboradas por 500 mujeres pertenecientes a tres cooperativas de los municipios chiapanecos de San Juan Chamula, San Andrés Larráinzar, Pantelho, Oxchuc y Zinacantán, y de Hueyapan, en Puebla.

Foto: Ernesto Muñoz

Los trabajos de confección son coordinados por 16 maestras artesanas quienes dan talleres para transmitir conocimientos a una nueva generación de mujeres.

"La idea -explica Sarah- es que cada maestra artesana aporte un cojín, un camino de mesa, o mantel individual, y con esta gama de colores compartida hacemos una propuesta mucho más comercial, porque lo que pasaba era que llegaban los clientes y veían dos cojines que les gustaban mucho y no tenían con qué combinarlos, sólo eran piezas sueltas".

Para las colecciones, Maestras Artesanas considera tendencias internacionales de diseño y decoración para crear diseños que vayan con cualquier estilo y llegar a un público más amplio.

"Quise centrarme en productos para la casa porque lo veo más versátil, es más fácil entrar a las casas, a la sala, a un sillón, a vestir espacios. Desde un punto de vista comercial hacía más sentido, siento que hay mucho menos competencia. Vi más apertura y más facilidad de entrar a este mercado que en el de la moda, que es competir con moda rápida, que abre tiendas como si fueran pastelerías por todo México", platica.

A dos años de iniciar operaciones, el modelo ha sido bien recibido. Las utilidades netas crecieron 173% de 2016 a 2017 y en lo que va de 2018, lo hicieron en 205%.

Mediante el trabajo cercano con diseñadoras de interiores y clientes con proyectos específicos, Maestras Artesanas logra un contacto directo y aporta exclusividad a las piezas.

"Nos ha ayudado mucho a abrir nuevos mercados y hemos tenido mucho éxito. Muchas veces vemos a la artesanía sólo para casas muy tradicionales, muy mexicanas o coloniales y no, queremos que la artesanía no se vea como algo estático que no va con la estética actual, sino que realmente es súper flexible y puede ir en una casa contemporánea, minimalista o también en algo más tradicional", dice.

DE SAN CRISTÓBAL A LA GRAN MANZANA

Foto: Ernesto Muñoz

Edith Calderón, vicepresidenta de la organización de apoyo y empoderamiento femenino Fondo Semillas, es madre de Sarah y de ella aprendió desde pequeña el valor de extenderle la mano a las personas más necesitadas. Sin embargo, su primer contacto directo con el trabajo de las mujeres chiapanecas vino cuando realizó el servicio social de la carrera de diseño industria en la Ibero, capacitando a comunidades ya con amplia tradición en la confección para la planeación de nuevos productos, mejorar medidas, ampliar su uso de color y estandarizar procesos.

"Me enamoré de los textiles y de las artesanas, del trabajo que hacen, de la simbología detrás de cada pieza, que representa motivos e historias que hablan de las comunidades. Ahí nació mi compromiso de trabajar con ellas, aunque -recuerda- no sabía qué hacer ni cómo".

Al regresar de Chiapas, Sarah fue a estudiar en el Fashion Institute of Technology en Nueva York, donde afinó sus conocimientos con maestros de primera talla y se empapó de las tendencias en la industria. Ahí -platica- amplió su visión del negocio y comprendió la magnitud de la industria del diseño y la moda.

"Ves todo lo que está pasando a nivel global, se toman muchas decisiones y muchas marcas europeas tienen sus oficinas en Nueva York y es un lugar donde la moda y el diseño tienen mucho impacto en la forma en la que viste la gente, en la que habla y ve el mundo".

A su regreso, con la intermediación de su madre Sarah, conoció a la diseñadora de origen mexicano Ana Iza Castro Valle, exvicepresidenta para Tommy Hilfiger en Europa, y quien tenía la inquietud de transmitir sus conocimientos a las comunidades con las que Edith Calderón había trabajado por años. Durante un taller en Chiapas las tres mujeres se dieron cuenta de la necesidad de trascender.

Así, a partir de 2014, este grupo de mujeres comenzó a coordinar el entrenamiento de nuevas artesanas con la ayuda de siete maestras iniciales, plantearon el esquema de cooperación para el diseño y establecieron líneas de abasto de materiales y de envío, para comenzar Maestras Artesanas, en 2015.

COMERCIO JUSTO

Tejer, según Maestras Artesanas, es un acto de amor, de valentía y paciencia que florece en las manos de mujeres acostumbradas a las privaciones de la pobreza y la violencia de género.

Con 68% de su población sin ingresos para comprar una canasta básica, Chiapas es el estado más pobre del país. Además, 21% de sus habitantes habla alguna lengua indígena.

Sarah explica que tras el surgimiento del movimiento zapatista en la década de los 90, Chiapas y el talento de sus artesanos ganó visibilidad no sólo en México sino también a nivel internacional. Sin embargo, a pesar de décadas de múltiples apoyos tanto de gobiernos como de instituciones privadas en el comercio de artesanías persiste el abuso y la ausencia de canales de venta justos.

Algunos de los vicios de la cadena de comercialización son "los coyotes", que compran directamente con los artesanos a precios muy por debajo de su valor, aprovechándose de las necesidades de comunidades empobrecidas, o también el canibalismo entre los mismos artesanos que deben abaratar sus productos para lograr ventas en bazares, calles y ferias.

La venta por consigna es una norma y las artesanas desconocen cómo calcular el costo de su esfuerzo, tiempo y materiales y exigir un precio justo.


Conoce lo que manos de talentosas mexicanas logran hacer:


"A través de Maestras Artesanas hemos asegurado pedidos constantes que se pagan inmediatamente. Nuestros precios los fijamos a través del comercio justo, tenemos en cuenta el tiempo que se lleva hacer cada una, el material, transporte.

"Cuando (a las artesanas) las sacas de este contexto y les das un valor agregado, con diseño, con propuesta, podemos entrar a nuevos mercados y se pueden vender mucho mejor sus productos. También el cliente se va familiarizando y educando en cuanto al proceso que hay detrás y en cuanto a la vida de estas mujeres", platica.

Así, explica, el valor de Maestras Artesanas reside en aportarle al trabajo de las mujeres mayor valor, pero más importante aún en convertirlas en agentes de cambio en sus comunidades, darles independencia económica y hacer del tejido una opción viable para las jóvenes.

"Lo que nosotras queremos es que sea un motivo de orgullo y una buena fuente de ingresos trabajar en la producción textil artesanal, cambiar su visión y la vida de cada una de las artesanas, eso es lo principal, que la artesanía no se quede rezagada (...) sino que se pueda ver esta propuesta en casas de todo tipo y también en los clientes", dice.

Maestras Artesanas ha sido reconocida por BBVA Bancomer, que bajo su programa Momentum la apoyará durante cinco meses con asesorías sobre su esquema de negocios y organización, así como mayor visibilidad y abriendo la posibilidad de financiamiento a futuro.

En los planes a mediano plazo -adelanta Sarah- está abrir nuevos puntos de venta e incursionar en el ecommerce. Además, llevar el modelo de negocio a otros estados de la República para involucrar a más comunidades y diversificar sus productos. "Un error que no me gustaría cometer sería que no se viera la visión social que tenemos".

Sarah Hamui sostiene con cariño en la palma de su mano un cojín de aproximadamente 30 centímetros cuadrados. Los rombos que lo decoran, que representan el universo según la cosmogonía maya, se entrelazan de manera casi perfecta en la tela y forman un complejo cuadro donde la pintura es el hilo color azul pastel y el lienzo, una manta blanca.

En este pequeño artículo de sala, en el que una maestra artesana invirtió cinco semanas e incontables metros de hilo, yace la promesa empresarial que Sarah le ha hecho a más de 500 mujeres en la selva chiapaneca: redignificar su oficio, hacerlo redituable y un éxito comercial.

Esta emprendedora recibe a El Sol de México en una casa colonial del barrio de San Ángel, en la Ciudad de México, que hoy funciona como su primer tienda. Huipiles hechos a mano y distintas artesanías que explotan en color decoran el lugar, pero las estrellas son los juegos de sala que ocupan el estante principal.

Bajo la marca Maestras Artesanas, estas colecciones buscan agregar valor a la artesanía mexicana y convertirla de un mero accesorio folclórico a un producto congruente con las tendencias de la moda, diseño y escalabilidad de negocios; en concreto, sacarla de las vitrinas de museos y bazares para llevarla a los anaqueles de tiendas y las salas del gran público.

Previamente acordadas las paletas de color y el diseño, cada juego de sala está conformado por piezas únicas elaboradas por 500 mujeres pertenecientes a tres cooperativas de los municipios chiapanecos de San Juan Chamula, San Andrés Larráinzar, Pantelho, Oxchuc y Zinacantán, y de Hueyapan, en Puebla.

Foto: Ernesto Muñoz

Los trabajos de confección son coordinados por 16 maestras artesanas quienes dan talleres para transmitir conocimientos a una nueva generación de mujeres.

"La idea -explica Sarah- es que cada maestra artesana aporte un cojín, un camino de mesa, o mantel individual, y con esta gama de colores compartida hacemos una propuesta mucho más comercial, porque lo que pasaba era que llegaban los clientes y veían dos cojines que les gustaban mucho y no tenían con qué combinarlos, sólo eran piezas sueltas".

Para las colecciones, Maestras Artesanas considera tendencias internacionales de diseño y decoración para crear diseños que vayan con cualquier estilo y llegar a un público más amplio.

"Quise centrarme en productos para la casa porque lo veo más versátil, es más fácil entrar a las casas, a la sala, a un sillón, a vestir espacios. Desde un punto de vista comercial hacía más sentido, siento que hay mucho menos competencia. Vi más apertura y más facilidad de entrar a este mercado que en el de la moda, que es competir con moda rápida, que abre tiendas como si fueran pastelerías por todo México", platica.

A dos años de iniciar operaciones, el modelo ha sido bien recibido. Las utilidades netas crecieron 173% de 2016 a 2017 y en lo que va de 2018, lo hicieron en 205%.

Mediante el trabajo cercano con diseñadoras de interiores y clientes con proyectos específicos, Maestras Artesanas logra un contacto directo y aporta exclusividad a las piezas.

"Nos ha ayudado mucho a abrir nuevos mercados y hemos tenido mucho éxito. Muchas veces vemos a la artesanía sólo para casas muy tradicionales, muy mexicanas o coloniales y no, queremos que la artesanía no se vea como algo estático que no va con la estética actual, sino que realmente es súper flexible y puede ir en una casa contemporánea, minimalista o también en algo más tradicional", dice.

DE SAN CRISTÓBAL A LA GRAN MANZANA

Foto: Ernesto Muñoz

Edith Calderón, vicepresidenta de la organización de apoyo y empoderamiento femenino Fondo Semillas, es madre de Sarah y de ella aprendió desde pequeña el valor de extenderle la mano a las personas más necesitadas. Sin embargo, su primer contacto directo con el trabajo de las mujeres chiapanecas vino cuando realizó el servicio social de la carrera de diseño industria en la Ibero, capacitando a comunidades ya con amplia tradición en la confección para la planeación de nuevos productos, mejorar medidas, ampliar su uso de color y estandarizar procesos.

"Me enamoré de los textiles y de las artesanas, del trabajo que hacen, de la simbología detrás de cada pieza, que representa motivos e historias que hablan de las comunidades. Ahí nació mi compromiso de trabajar con ellas, aunque -recuerda- no sabía qué hacer ni cómo".

Al regresar de Chiapas, Sarah fue a estudiar en el Fashion Institute of Technology en Nueva York, donde afinó sus conocimientos con maestros de primera talla y se empapó de las tendencias en la industria. Ahí -platica- amplió su visión del negocio y comprendió la magnitud de la industria del diseño y la moda.

"Ves todo lo que está pasando a nivel global, se toman muchas decisiones y muchas marcas europeas tienen sus oficinas en Nueva York y es un lugar donde la moda y el diseño tienen mucho impacto en la forma en la que viste la gente, en la que habla y ve el mundo".

A su regreso, con la intermediación de su madre Sarah, conoció a la diseñadora de origen mexicano Ana Iza Castro Valle, exvicepresidenta para Tommy Hilfiger en Europa, y quien tenía la inquietud de transmitir sus conocimientos a las comunidades con las que Edith Calderón había trabajado por años. Durante un taller en Chiapas las tres mujeres se dieron cuenta de la necesidad de trascender.

Así, a partir de 2014, este grupo de mujeres comenzó a coordinar el entrenamiento de nuevas artesanas con la ayuda de siete maestras iniciales, plantearon el esquema de cooperación para el diseño y establecieron líneas de abasto de materiales y de envío, para comenzar Maestras Artesanas, en 2015.

COMERCIO JUSTO

Tejer, según Maestras Artesanas, es un acto de amor, de valentía y paciencia que florece en las manos de mujeres acostumbradas a las privaciones de la pobreza y la violencia de género.

Con 68% de su población sin ingresos para comprar una canasta básica, Chiapas es el estado más pobre del país. Además, 21% de sus habitantes habla alguna lengua indígena.

Sarah explica que tras el surgimiento del movimiento zapatista en la década de los 90, Chiapas y el talento de sus artesanos ganó visibilidad no sólo en México sino también a nivel internacional. Sin embargo, a pesar de décadas de múltiples apoyos tanto de gobiernos como de instituciones privadas en el comercio de artesanías persiste el abuso y la ausencia de canales de venta justos.

Algunos de los vicios de la cadena de comercialización son "los coyotes", que compran directamente con los artesanos a precios muy por debajo de su valor, aprovechándose de las necesidades de comunidades empobrecidas, o también el canibalismo entre los mismos artesanos que deben abaratar sus productos para lograr ventas en bazares, calles y ferias.

La venta por consigna es una norma y las artesanas desconocen cómo calcular el costo de su esfuerzo, tiempo y materiales y exigir un precio justo.


Conoce lo que manos de talentosas mexicanas logran hacer:


"A través de Maestras Artesanas hemos asegurado pedidos constantes que se pagan inmediatamente. Nuestros precios los fijamos a través del comercio justo, tenemos en cuenta el tiempo que se lleva hacer cada una, el material, transporte.

"Cuando (a las artesanas) las sacas de este contexto y les das un valor agregado, con diseño, con propuesta, podemos entrar a nuevos mercados y se pueden vender mucho mejor sus productos. También el cliente se va familiarizando y educando en cuanto al proceso que hay detrás y en cuanto a la vida de estas mujeres", platica.

Así, explica, el valor de Maestras Artesanas reside en aportarle al trabajo de las mujeres mayor valor, pero más importante aún en convertirlas en agentes de cambio en sus comunidades, darles independencia económica y hacer del tejido una opción viable para las jóvenes.

"Lo que nosotras queremos es que sea un motivo de orgullo y una buena fuente de ingresos trabajar en la producción textil artesanal, cambiar su visión y la vida de cada una de las artesanas, eso es lo principal, que la artesanía no se quede rezagada (...) sino que se pueda ver esta propuesta en casas de todo tipo y también en los clientes", dice.

Maestras Artesanas ha sido reconocida por BBVA Bancomer, que bajo su programa Momentum la apoyará durante cinco meses con asesorías sobre su esquema de negocios y organización, así como mayor visibilidad y abriendo la posibilidad de financiamiento a futuro.

En los planes a mediano plazo -adelanta Sarah- está abrir nuevos puntos de venta e incursionar en el ecommerce. Además, llevar el modelo de negocio a otros estados de la República para involucrar a más comunidades y diversificar sus productos. "Un error que no me gustaría cometer sería que no se viera la visión social que tenemos".

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