"El contrabando le roba oportunidades a Guatemala", se lee en uno de los promocionales que lanzó el año pasado la Comisión Interinstitucional contra el Contrabando y la Defraudación Aduanera (Coincon) en el vecino país del sur, que sufre el embate de que a su gente, por el cambio de moneda, le resulte mucho más barato acudir a las ciudades fronterizas con México a comprar mercancías para consumo propio o la venta y distribución en su lugar de origen.
Desde Tapachula, la segunda ciudad más grande de Chiapas, distante 40 o 20 minutos de las fronteras de Suchiate o Talismán, consumidores de las tiendas departamentales ven asombrados cómo chapines se llevan cajas y cajas de alimentos, productos de higiene, yogurts, etc, Y es que actualmente el tipo de cambio está en un aproximado de 2 pesos 50 centavos por cada Quetzal.
Desde Guatemala, las autoridades ven con disgusto este contrabando de mercancía que, de acuerdo con la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) le genera al país pérdidas por mil 400 millones de quetzales anuales.
Estas acciones que se realizan desde el 2019, han sido bien vistas por la Cámara de la Industria de Guatemala y la Comisión de Defensa del Comercio Formal, quienes lanzaron una felicitación a las instituciones por la realización de estos operativos que, dicen, también les afectan al no poder competir con los precios de los productos introducidos de contrabando al país.
Cabe mencionar que desde el lado mexicano también hay acciones permanentes por parte de las autoridades para impedir el trasiego de mercancías aunque el intercambio se vuelve practicamente irrefrenable pues por el río Suchiate, los 365 días del año es posible ver cómo grandes volúmenes de mercadería van y vienen en un flujo constante y practicamente imparable pues además de los pases identificados, hay caminos de extravío por los cuales realizar el contrabando.
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Según las autoridades chapinas, de 2019 a 2021 la Coincon logró la incautación de casi 160 millones de quetzales en mercancías incautadas, y aseguran que durante la pandemia hubo una drástica disminución en el intercambio, por lo que se redujeron en 400% los decomisos, aunque con el regreso a la normalidad, de nuevo están incrementando también las incautaciones.
Acerca del trasiego de combustible, resulta más complicado tener un registro debido a que se realiza en contenedores manejables por mujeres y niños que son quienes lo distribuyen a lo largo de la frontera e incluso a veces, al interior del país en forma hormiga.