Chimuelo, el simpático dragón emprende por última vez el vuelo. Los espectadores desde la butaca se emocionan de nueva cuenta cuando la bestia extiende sus alas a lo largo de la gran pantalla en la tercera aventura de esta cinta inspirada en los libros infantiles y con la que este universo creado por el director canadiense Dean DeBlois, se despide.
Como entrenar a tu dragón 3 que llega a las salas este 1 de febrero, será la última entrega de esta historia que vio la luz en el año 2010, momento en el que se le consideró refrescante y propositiva al presentar, no sólo un universo rico en detalles narrativos inspirado en las tradiciones celtas y vikingas, también por sus particulares personajes principales: una dupla integrada por un adolescente escuálido y rebelde que se niega a seguir las normas sociales y una encantadora bestia.
En aquella primera entrega Hipo y Chimuelo, el que se creía era la última Furia Nocturna en el universo en el que se desarrolla esta historia, conectaron con el espectador al hablar desde el territorio de la diferencia.
Se convirtieron en la voz de “los raros” que desafían lo establecido para transformar la forma en que los humanos veían la presencia de los dragones. Convirtiéndose, con ello, en los líderes de una banda de vikingos inadaptados.
Después, en la segunda aventura, se enfrentan a la pérdida de un ser querido para abordar, algo poco usual en las cintas animadas, la muerte de forma clara y sin representaciones simbólicas.
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Casi 10 años después, esta historia de amistad, valentía, lealtad y complicidad encuentra su justo cierre. En El mundo oculto, Hipo y Chimuelo tienen que poner a salvo a sus respectivas especies, lejos del villano Grimmel, un cazador de dragones obsesionado con los Furia Nocturna. Eso implica buscar el páramo de donde provienen todos los dragones.
Detendremos aquí la reseña del filme para evitar a toda costa spoilers, sin embargo, no podemos evitar hablar de un elemento distintivo de esta trilogía.
A diferencia de lo que ocurre generalmente en los filmes de animación, el héroe crece. Por supuesto desde el aspecto más obvio que una incipiente barba que al final de la película se convierte en el rasgo fisonómico definitivo de Hipo, pero también su trayectoria emocional.
Podemos hablar, incluso, de una madurez a lo largo de las tres entregas mucho más cerca a lo que le ocurre a un ser humano fuera de ficción donde, a veces, es doloroso y necesario decir adiós a un gran camarada.
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