“Game of Thrones es la serie de series”, asegura el crítico de televisión Álvaro Cueva. La idea se sustenta no sólo por el fenómeno mediático que ha implicado esta producción de HBO que hoy llega a su fin, sino por su trascendencia en la historia de la televisión.
Basada en la saga de libros A song of ice and fire del autor estadounidense George R. R. Martin, Game of Thrones comenzó transmisiones el 8 de mayo de 2011. Una historia sobre la lucha de familias nobles que pelean por el Trono de hierro, símbolo del poder que permite control de los Siete reinos de Westeros.
Más allá de la trama y la súper producción que caracterizó a esta serie que cerrará con ocho temporadas, fueron la crueldad, la manipulación y las estrategias políticas los verdaderos protagonistas de esta historia que significó también un desafío para las audiencias.
“Game of Thrones es un producto que reta a la gente justo cuando la gente quiere ser retada, aquí no nada más se trata de ver, se trata de participar, de llegar al límite. Parte de este reto es soportar pérdidas, aguantas situaciones, tolerar contradicciones, no es una serie bonita, complaciente o cómoda que le dé a la gente por su lado”, asegura el especialista.
El título de “la mejor serie de televisión de todos los tiempos”, como la define Cueva, no tiene que ver sólo con los 47 premios Emmy que ha obtenido, convirtiéndose en la serie más exitosa de la televisión, o por reunir a más de 12.4 millones de espectadores en su episodio pasado The bells, el más visto en su primera emisión, sino por su evolución y congruencia a través de los años.
“La serie ha crecido conforme las audiencias lo han hecho en el mundo, pero sin traicionarse. Game of Thrones siempre ha sido Game of Thrones, siempre ha sido un reto, un juego ético, una apuesta que ha incomodado a las multitudes por sus escenas de violencia, por sus implicaciones políticas y sus cuestionamientos morales. Estamos ante algo que siempre ha sido congruente, pero que al mismo tiempo ha ido evolucionando con el paso de los años”, señala.
Álvaro Cueva destaca que la producción de HBO quedará enmarcada en la historia de la televisión como “la última gran serie que fue concebida en términos tradicionales”, pues su origen se da antes del fenómeno Netflix.
“Game of Thrones es una serie vieja, que nació antes de que se pusiera de moda ver televisión en maratones. Es una serie que tiene lo mejor de los productos de antes y de ahora, porque si la analizas conforme ha ido avanzando, ha cambiado todo su lenguaje editorial y audiovisual”.
“La primera temporada es muy lenta, de muchos episodios, y esta última es absolutamente vertiginosa, de pocos episodios, con capítulos muy cortitos y mucho más largos, más libre. Es una muy buena prueba de cómo Game of Thrones se ha ido adecuando a las necesidades de las audiencias conforme han pasado los años”, detalla.
Lo que sucederá esta noche, cuando el capítulo final sea emitido en televisión, cines, eventos especiales y en la plataforma de HBO GO, es “algo que jamás vamos a volver a ver”, enfatiza el crítico.
“Jamás va a ocurrir otra cosa como esta, nunca una televisora va a invertir tanto dinero en un concepto tan sofisticado, y mucho menos para transmitirse una vez por semana. Ya todo está en contra, ya no se puede. Game of Thrones es un milagro de la televisión”.