/ lunes 30 de agosto de 2021

Paula Hawkins describe la trama de su más reciente novela A fuego lento

La escritora británica presenta su más reciente novela A fuego lento un thriller sobre el terror en el ámbito doméstico

MADRID. No todo el mundo es capaz de matar pero Paula Hawkins, la autora del thriller más vendido de los últimos diez años, La chica del tren, considera que somos mucho más susceptibles de "llegar al extremo" de lo que pensamos, especialmente si nos han hecho sufrir.

"¿De qué sería yo capaz si me ofrecieran la oportunidad de vengarme del que tantísimo daño me hizo?, ¿hasta dónde llegaría?", se pregunta Paula Hawkins. Cuestiones de las que habla en su última novela, A fuego lento, que llega a las librerías el 1 de septiembre publicada en castellano por la editorial Planeta, y que saldrá simultáneamente en España y Latinoamérica, sumándose al lanzamiento mundial.

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Paula Hawkins (Zimbabwe, 1972) ambienta su nueva novela en el Londres de la actualidad donde vive y en ella explora las razones que pueden llevar a una persona que haya sufrido a matar, a través de tres mujeres que se enfrentan a los prejuicios que la sociedad proyecta sobre ellas.

Pionera del género conocido como domestic noir, novela negra situada en el ámbito doméstico, los personajes de las novelas de Hawkins son personas normales y corrientes: "No hablamos de espías ni de asesinos en serie ni de nada que quede muy lejos ni remoto. Estamos hablando de cosas que ocurren cerca y eso es una de las razones por las que a los lectores les interesa".

Hawkins reconoce que usa los crímenes que aparecen en sus novelas como excusa: "El thriller me da una estructura para la historia oscura que quiero contar, pero no me interesa exactamente el acto de violencia que se comete o la investigación policial, sino la psicología subyacente al crimen y cómo se llega a ese punto en el que alguien se pueda comportar de manera tan extrema y pueda llegar a hacer esas cosas".

"Y lo que pasa después, el impacto sobre las víctimas, cómo se relacionan con el trauma, cómo se intentan recuperar o fracasan en el intento... todo eso es lo que me fascina", indica la autora.

Lo hizo con La chica del tren, leída por 27 millones de lectores en más de 50 países y que estuvo más de cien semanas en la lista de los libros más vendidos de The New York Times; con su segunda novela, Escrito en el agua, y ahora con A fuego lento.

La historia de esta última comienza con el descubrimiento del cuerpo de un joven asesinado brutalmente en una casa flotante de Londres, lo que desencadena sospechas sobre tres mujeres.

Laura es la chica conflictiva que quedó con la víctima la noche en que murió; Carla, aún de luto por la muerte de un familiar, es la tía del joven, y Miriam es la indiscreta vecina que oculta información sobre el caso a la policía.

Tres mujeres que no se conocen pero que tienen distintas conexiones con la víctima y que, por diferentes razones, viven con resentimiento y esperan el momento de reparar el daño que se les ha hecho.

"Todos somos capaces de llegar muy, muy lejos y de hacer cosas extremas", considera Hawkins, mucho más de lo que pensamos desde nuestras vidas normales y corrientes y, por eso, ella indaga en las razones que nos llevan a convertirnos en las personas que somos.

La autora trabajó como periodista más de 15 años antes de pasarse a la literatura de ficción y, aunque sus novelas no están basadas en hechos reales, explica que la historia de una de sus protagonistas surgió de algo que leyó en un periódico sobre una mujer que casi es asesinada pero logró escapar.

"Fue la chispa que me llevó a pensar en qué podría haber pasado si una persona se encuentra con alguien que le aterroriza y eso da forma a su vida".

Las protagonistas de sus novelas suelen ser mujeres infelices porque, explica, le gusta escribir sobre "los que están un poco fuera, los que no acaban de encajar en la sociedad en la que viven".

Eso le llevó a crear a Rachel en La chica del tren y en su nueva novela es Laura, con un trauma por un accidente y con unos impedimentos por los que no se relaciona con la gente de una forma normal.

Personajes solitarios y sometidos a prejuicios y el silencio de muchas personas sobre sus traumas son otras de las cuestiones que aborda la novelista que estudia así, "las estrategias que toma la gente para intentar negociar con su vida después de que les haya pasado algo difícil. La gran tensión en esta vida está en escoger entre perdonar o vengarse", dice. Y, como en la realidad, algunos de sus personajes intentan tirar hacia adelante y perdonar, y otros se centran en la venganza. Son formas diferentes procesar un trauma, de gestionar un dolor.

MADRID. No todo el mundo es capaz de matar pero Paula Hawkins, la autora del thriller más vendido de los últimos diez años, La chica del tren, considera que somos mucho más susceptibles de "llegar al extremo" de lo que pensamos, especialmente si nos han hecho sufrir.

"¿De qué sería yo capaz si me ofrecieran la oportunidad de vengarme del que tantísimo daño me hizo?, ¿hasta dónde llegaría?", se pregunta Paula Hawkins. Cuestiones de las que habla en su última novela, A fuego lento, que llega a las librerías el 1 de septiembre publicada en castellano por la editorial Planeta, y que saldrá simultáneamente en España y Latinoamérica, sumándose al lanzamiento mundial.

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Paula Hawkins (Zimbabwe, 1972) ambienta su nueva novela en el Londres de la actualidad donde vive y en ella explora las razones que pueden llevar a una persona que haya sufrido a matar, a través de tres mujeres que se enfrentan a los prejuicios que la sociedad proyecta sobre ellas.

Pionera del género conocido como domestic noir, novela negra situada en el ámbito doméstico, los personajes de las novelas de Hawkins son personas normales y corrientes: "No hablamos de espías ni de asesinos en serie ni de nada que quede muy lejos ni remoto. Estamos hablando de cosas que ocurren cerca y eso es una de las razones por las que a los lectores les interesa".

Hawkins reconoce que usa los crímenes que aparecen en sus novelas como excusa: "El thriller me da una estructura para la historia oscura que quiero contar, pero no me interesa exactamente el acto de violencia que se comete o la investigación policial, sino la psicología subyacente al crimen y cómo se llega a ese punto en el que alguien se pueda comportar de manera tan extrema y pueda llegar a hacer esas cosas".

"Y lo que pasa después, el impacto sobre las víctimas, cómo se relacionan con el trauma, cómo se intentan recuperar o fracasan en el intento... todo eso es lo que me fascina", indica la autora.

Lo hizo con La chica del tren, leída por 27 millones de lectores en más de 50 países y que estuvo más de cien semanas en la lista de los libros más vendidos de The New York Times; con su segunda novela, Escrito en el agua, y ahora con A fuego lento.

La historia de esta última comienza con el descubrimiento del cuerpo de un joven asesinado brutalmente en una casa flotante de Londres, lo que desencadena sospechas sobre tres mujeres.

Laura es la chica conflictiva que quedó con la víctima la noche en que murió; Carla, aún de luto por la muerte de un familiar, es la tía del joven, y Miriam es la indiscreta vecina que oculta información sobre el caso a la policía.

Tres mujeres que no se conocen pero que tienen distintas conexiones con la víctima y que, por diferentes razones, viven con resentimiento y esperan el momento de reparar el daño que se les ha hecho.

"Todos somos capaces de llegar muy, muy lejos y de hacer cosas extremas", considera Hawkins, mucho más de lo que pensamos desde nuestras vidas normales y corrientes y, por eso, ella indaga en las razones que nos llevan a convertirnos en las personas que somos.

La autora trabajó como periodista más de 15 años antes de pasarse a la literatura de ficción y, aunque sus novelas no están basadas en hechos reales, explica que la historia de una de sus protagonistas surgió de algo que leyó en un periódico sobre una mujer que casi es asesinada pero logró escapar.

"Fue la chispa que me llevó a pensar en qué podría haber pasado si una persona se encuentra con alguien que le aterroriza y eso da forma a su vida".

Las protagonistas de sus novelas suelen ser mujeres infelices porque, explica, le gusta escribir sobre "los que están un poco fuera, los que no acaban de encajar en la sociedad en la que viven".

Eso le llevó a crear a Rachel en La chica del tren y en su nueva novela es Laura, con un trauma por un accidente y con unos impedimentos por los que no se relaciona con la gente de una forma normal.

Personajes solitarios y sometidos a prejuicios y el silencio de muchas personas sobre sus traumas son otras de las cuestiones que aborda la novelista que estudia así, "las estrategias que toma la gente para intentar negociar con su vida después de que les haya pasado algo difícil. La gran tensión en esta vida está en escoger entre perdonar o vengarse", dice. Y, como en la realidad, algunos de sus personajes intentan tirar hacia adelante y perdonar, y otros se centran en la venganza. Son formas diferentes procesar un trauma, de gestionar un dolor.

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