Miguel Contreras, es un migrante de El Salvador que vive de la venta de arreglos de rosas en las calles de Tapachula, desde hace más de dos años con lo que saca adelante a su familia que se quedó en su tierra.
Él salió de su país como la mayoría de los migrantes centroamericanos que huyen de la violencia, inseguridad, la pobreza, la falta de empleo y los conflictos políticos que se viven en los países del Triángulo Norte de Centroamérica.
En su tierra, dejó a su madre, padre, esposa e hijo de tres años, quienes le dan la fortaleza para seguir adelante con este oficio que a decir de él, “cada día va para a bajo”.
Este es un trabajo que me permite llevarme el pan a la boca y no estar haciendo cosas malas en las calles de la ciudadMiguel Contreras, vendedor de Rosas
Detalló, que en este mes en el que se celebra el amor muchos de sus connacionales y migrantes de otros países a pesar de la falta de un empleo, comida o donde dormir acuden con él a comprar unas rosas para ese ser querido.
Afirmó, que por la falta de recursos económicos de los ciudadanos en los últimos días su venta más alta ha sido de 200 pesos, lo que representa un descenso del 70 por ciento, pero tiene fé que con la llegada del Día del Amor y la Amistad sus ventas se incrementen hasta un 90 por ciento.
Con una sonrisa de esperanza en el rostro, dijo que espera vender el 14 de febrero unos cuatro mil pesos que le servirán para mandarle dinero a su hijo, esposa y a sus padres que se encuentran en El Salvador, pagar algunas deudas e invertir en su negocio.
Explicó que el incremento de hasta un 50 por ciento del precio de las flores para ese día no es culpa de los vendedores, sino de sus proveedores, ya que ellos incrementan el precio y que no les queda de otra que subirle, porque de lo contrario no ganaría nada.
“Para está fecha lo que más vendemos son las rosas, los girasoles, ahora quiero meter algunos peluches y chocolates para poder ganar un poco más para mi familia que está lejos”, mencionó.
Miguel llegó a Tapachula hace 4 años y como todo migrante sufrió discriminación y explotación laboral, hasta que pudo poner su propio negocio a base del sudor de su frente.
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