Aby nació hace muchos años allá en la zona norte, donde el aroma a café, a bosque y el canto de los pájaros fue lo primero que percibieron sus sentidos a su arribo a este mundo.
Vio la luz por primera vez en El Cantón el Porvenir, municipio de Tapachula Chiapas. Fue la tercera hija de un transportista y una mujer que dedicó toda su vida al hogar y a educar a 8 hijos.
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Llegó a este mundo en el corazón de un pintoresco ranchito de café, una fracción de la finca Alvión de aquel famoso alemán de apellido Braun, que había adquirido su abuelo.
Llegó a este mundo para ser feliz, para conquistar el mundo y mujer al fin, que logró superar todas las adversidades que se le presentaron.
Solo estudió la primaria y cuando cumplió 12 años, viajó a Tapachula e ingresó a la academia Rayet de la maestra Carmelita, así, cuando cumplió 13 años, tuvo su primer empleo como cultora de belleza, fue precisamente atrás de aquel restaurante famoso llamado “Los Comales”, el mismo que se ubicaba sobre la 8ª norte en donde tuvo como patrona a la señora Yolanda Trujillo, la dueña del salón de belleza Yoli.
Abigaíl o Aby, como le llaman de cariño, era una adolescente valiente que dejó su casa para venir a Tapachula y abrirse camino, y ampliar las oportunidades de desarrollo personal, y digamos que profesional también, porque al final de cuentas, hace 50 años, estudiar en una academia cultora de belleza, era una profesión.
Hace 50 años no era mujer ordinaria ni una joven que se conformara con lo que era, porque comenzó a ser independiente en un momento que las condiciones de este país no eran iguales a las de hoy; era una época en que la mujer debía luchar contra prejuicios, miedos y el clásico machismo.
Trabajó 10 años en aquel salón de belleza de Yoli Trujillo que tenía de vecino al licenciado Vilches, ahí puso en práctica sus conocimientos, hasta que un día, decidió independizarse.
Qué la orilló a tomar esa decisión, nadie lo sabe, Aby solo se dejó llevar por los vericuetos de la vida y su intuición de mujer le enseñó a irse abriendo paso, en una época muy distinta a la de hoy. Su inteligencia natural, los deseos de vivir independiente, sin ser una carga para nadie, sin haber ido a la universidad, inventó su propia plataforma de trabajo.
Fue así como hace 40 años se las ingenió e integró una cartera de clientes, y de casa en casa ofreció sus servicios de manicure y pedicure, a eso se dedicaba cuando el amor la encontró.
Alberto Barrios se llama el hombre que le robó el corazón, el mismo que la lleno de ilusiones, el mismo que firmó con ella su amor para siempre. Nuestra estelar de este domingo para Diario del Sur, tenía 32 años cuando se casó.
¿Porque tan grande? Y es que su padre no quería que se casara, así de grande era el amor de un padre de aquella época que no deseaba que su hija se fuera de la casa y formara su nido aparte con el transportista de la empresa cocacola, pero el amor triunfó.
Al año siguiente de casada, el 26 de marzo de 1991, nace su única hija a quien le dio el nombre de Consuelo, en honor a su abuela paterna.
Consuelo nace con los principios y las bases de una mujer que nació en el seno de la iglesia Presbiteriana. Sí, Aby, ha sido presbiteriana por genética, sus padres la educaron en esa doctrina, así que esa inmensa sabiduría que posee se la debe a la biblia, el libro que le ha servido de guía para vivir su existencia y librarse, salir victoriosa de cada dificultad…
Abigaíl, Aby, es una mujer de alma limpia, transparente, una mujer que tuvo que proteger a su hija de todo, así que cada día de cada año, cuando se marchaba de casa para irse a atender a sus clientes, la pequeña Consuelo se quedaba bajo el cuidado de su hermana Rode, a quien Consuelo hasta el día de hoy le dice “mamá Rode”, porque era su madre sustituta, su protectora y ángel que la cuidaba mientras Aby, iba a atender a sus clientes y traer el sustento diario.
Pero, de qué linaje es Aby. Es importante decir que el padre de nuestra entrevistada Don Marcos Sánchez, mejor conocido como Don Maco, era socio en esos años de la cooperativa Transportes Soconusco, y su mamá Rumualda Hernández, a quien se le conoció siempre como Doña Nena, fueron el pilar de 8 hijos, y de ese hogar con principios sólidos nos roba la atención esta mujer que trabajaba de 8 de la mañana a 8 de la noche.
-Eran tiempos difíciles, Don Carlos, pero gracias a Dios, tenía mucho trabajo para darle estudios a mi hija y sostener la casa con todo lo que representa ser papá y mamá. Dios siempre ha sido generoso conmigo, sin la fe en él no hubiera podido. Apunta emocionada.
Aby es una de ese millón de mujeres que no sabe hacer otra cosa más que trabajar, vivir en paz, ayudar al prójimo, ir a la iglesia cada semana y cada vez que se necesita su presencia, y por supuesto, trabajar en su único ministerio, educarla, inyectarle y hacer de ella una mujer que se pudiera defender hasta conseguirlo.
Su ministerio de vida se llama Consuelo, su hija a quien todos conocen como “Chelo”. A Consuelo la formó como ella, la hizo fuerte, independiente, valiente, le quito el miedo para enfrentar la vida y le dio el mejor regalo; educación.
Orgullosa convirtió a su hija en maestra de educación escolar, trabajo duro, de sol a sol para darle a su hija todo. Se graduó, obtuvo una plaza para trabajar dando clases y como el amor es el ingrediente principal en todas las historias, Consuelo se casó con Daniel Velázquez hace 4 años, y de esa unión nació una niña al año siguiente. Llegó Daniela, la pequeña nieta que llena de gloria y felicidad la existencia de mi entrevistada.
¿Cómo le hizo para hacer esa plataforma de ventas, mercado y servicio a clientes? Aby, es una mujer disciplinada, lleva una agenda de citas y bajo previo acuerdo con sus clientes organiza su día. Viaja desde la 5 de febrero hasta el fraccionamiento Tulipanes, y de ahí al centro de la ciudad, luego regresa terranova y viaja, trabaja, sirve y siempre lo hace feliz, sonriente, sin dejar de platicar su anécdotas, sus temas religiosos con mucho respeto y de la vida.
Aby, es una magnifica mujer que brilla como una lámpara en cualquier escenario que se pone, es una mujer amena que siempre tiene mucho material para contar, habla de su vida, de la iglesia, de su hija, su nieta, de este mundo y de tantos temas que, sabiamente maneja.
La entrevista la realice sin avisarle, simplemente coloque mi teléfono sin que ella supiera que estaba grabando y comencé a preguntarle lo que ya sabía desde hace muchos años, pero esta vez en orden y sin perder un solo detalle.
Al final tuve que decirle la verdad y se sonrojó. Ella es una mujer sencilla, humilde, transparente y honesta a quien no se le puede traicionar, es de esas mujeres leales y respetuosa de la vida de los demás. Maneja la virtud de la compasión como una buena hija de Dios, digna integrante de los presbiterianos.
No es una casualidad que Aby sea una mujer apasionada, con mucha imaginación e intuición, es más, tiene las virtudes y el poder de un líder; posee una fuerza de voluntad admirable y su carácter es firme. Todo porque nació el 24 de octubre de 1960.
Dicen que los nacidos bajo el signo de escorpio, son personas sensibles y aparecen como seres imperturbables, o sea que, manifiestan que todo está bien, aunque no lo esté.
Abigaíl, Aby, una mujer que tiene el don de saber escuchar y de paso dar buenos consejos, es honesta, sabe controlas cuando todo parece salirse de control, y en el trabajo es una mujer competente. Aby ha vivido con éxito y le echa la culpa a que siempre ha sido disciplinada.
Hoy, después de 40 años de transitar de casa en casa, casi siempre con su misma clientela que aumenta o disminuye, pero siempre como muchos a quien atender, le ha bajado a la intensidad, pero sigue trabajando, lleva sobre el hombro una bolsa pesada con sus instrumentos, porque no sabe hacer otra cosa, y en cada servicio, de paso evangeliza indirectamente con su ejemplo de vida.
Al final de cada entrevista y fuera de lo que nos interesa saber de la persona entrevistada, siempre hago una pregunta rigurosa que, de un pincelazo me cambia o me ilumina la entrevista.
Aby, ¿Es usted feliz? Hay un silencio oscuro y por un instante creo que mi entrevistada esta fuera de sí y me responde, me da una respuesta que no es común.
-Soy feliz don Carlos, soy feliz porque tengo trabajo, gracias a Dios, soy feliz porque desde niña he pertenecido y aún pertenezco a una asociación cristiana. Feliz de ser presbiteriana, de tener una hija que es feliz, mi nieta y -Soy feliz don Carlos-
Aby es una mujer que aprendió a ser feliz con lo que la vida le dio y hoy, su felicidad se resume a su pequeña familia. Verdaderamente asombroso…
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Abigaíl Sánchez Hernández, desde hace 49 años es una mujer que no ha dejado de trabajar, una mujer que no ha dejado de ser feliz a pesar de todo, siempre ha tenido esa actitud optimista a la vida y claro, su fe en Dios, la ha auxiliado para hoy, sentarse debajo el árbol de almendro en el portal de su casa, hacer un recuento de los años y dar gracias a Dios.
Aby es feliz porque su esfuerzo y trabajo se recompensó al ver a su hija convertida en profesionista, con trabajo, casada y con una nieta que le roba el corazón -Para ellos vivo Don Carlos, para ellos, solo para ellos-
Hoy Aby, mira la vida con el mismo entusiasmo de aquel día cuando abandonó su casa para crecer, sigue caminando, trabajando, cultivando amistades y con el mismo valor de vivir la vida a plenitud, sin reservas…
Aby sigue siendo una mujer útil, necesaria y sigue viva para Chelo, su hija y Daniela, la nieta que es lo que más quiere.
Para comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com