Mientras que la Cámara Nacional de Comercio Servicios y Turismo (Canaco) de Tuxtla Gutiérrez propone incorporar al Sistema de Administración Tributaria al comercio informal, el ayuntamiento de la capital a través de sus inspectores está al acecho de los comerciantes informales, no los dejan trabajar a quienes buscan ingresos para el sostenimiento de su familia.
Los servidores públicos municipales recorren las calles cercanas a los mercados públicos municipales Rafael Pascasio Gamboa, Gustavo Díaz Ordaz o Juan Sabines, no hay un censo preciso pero el mismo organismo empresarial considera que son más de 4 mil, de ellos, un universo de 100 tienen privilegios, distintivo, mandil, gafete y el permiso para ubicarse en un punto del centro para vender sus productos.
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La gran mayoría se cuidan entre ellos, están a la expectativa, alertas, se protegen unos a otros, sus productos están sobre rejas, carretillas, en cubetas y en lo que se pueda, también en aparadores móviles, sobre todo, cubrebocas y prendas de vestir para damas, todos no quieren saber nada de los inspectores, son quienes violentan sus derechos humanos, cuentan los mismos comerciantes.
Tras identificarse, se le plantea la entrevista y se sorprenden, nadie accede, creen que se trata de un fiscal más, los servidores públicos municipales están identificados con un chaleco con el logotipo del ayuntamiento, más un gafete, pero están incrédulos y no quieren responder sobre la inversión en sus productos, sus ingresos, sus ganancias.
Eso sí, cuando los comerciantes ven a los inspectores entra el pánico, no saben lo que sigue, porque creen que son los principales violadores de los derechos humanos, algunos están visibles, este viernes hay pocos en la calle, pero su tarea es correr a los comerciantes de las calles en los alrededores de los mercados públicos, en los últimos 10 días defendiendo sus derechos se han enfrentado con los inspectores.
Cuentan los comerciantes en pequeño, los informales, llamados por muchos ambulantes, son los mismos servidores públicos municipales los que no los dejan trabajar, pero toleran a otros, y es que llegan a los comerciantes: “carnal, échame la mano, tienes que moverte”, otros definitivamente: “tienes que irte”, pero hay quienes no hablan, se van directo con la mercancía, hay quienes se protegen un poco y suben sus productos a las grandes de algunos negocios formales.
Los productos de los comerciantes informales son frutas y verduras de la época, invierten en la compra, en el abasto de productos, solo que cuando se les despoja de estos, no obtienen su valor, al contrario, cuando pretenden recuperarlo les imponen multas.
Ante este escenario los comerciantes informales prefieren no hacer declaraciones a los medios de comunicación, temen que se harían más visibles ante los ojos de una autoridad municipal que no tienen propuestas a la exigencia de economía, empleos y garantías para el trabajo en condiciones dignas, cuando se enfrentan con la autoridad lo único que hacen es proteger a sus compañeros y su mercancía.