Desde la región fronteriza de Suchiate hasta el municipio costero de Huixtla, pasando por Tapachula, los municipios se han convertido en escenarios de violencia creciente este año 2024, en donde la migración y la delincuencia organizada parecen mezclarse terminando en escenarios con hechos de sangre.
Hasta ahora, se han registrado aproximadamente 520 asesinatos en la Costa de Chiapas, muchos de ellos relacionados con personas migrantes que llegaron en busca de una mejor calidad de vida, pero encontraron la muerte al enrolarse con la delincuencia organizada.
Entre los fallecidos, las autoridades han identificado a alrededor de 80 migrantes de diversas nacionalidades, principalmente de Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, Haití y Venezuela.
Otros 40 cuerpos, que se encuentran en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) del ejido Álvaro Obregón en Tapachula, permanecen sin identificar, aunque se sospecha que pertenecen en su mayoría a ciudadanos centroamericanos.
Pero la violencia no solo afecta a los migrantes, ya que al menos una veintena cadáveres han sido encontrados con rasgos que podrían indicar que son mexicanos, aunque en realidad se desconoce su identidad.
El recorrido de la violencia incluye una cifra devastadora de 200 personas asesinadas en el municipio fronterizo de Suchiate y 250 en Tapachula, mientras que los 70 restantes han sido encontrados en municipios como Cacahoatán, Metapa de Domínguez, Huixtla, Mazatán, Huehuetán, Tuxtla Chico y Unión Juárez.
Vidas truncadas en busca de un sueño
Muchos de los migrantes que han perdido la vida llegaron a Tapachula con la esperanza de poder internarse en el país y cruzar hacia los Estados Unidos, pero algunos encontraron como alternativa temporal para ganar dinero en la ciudad, realizar labores bajo el control de cárteles delictivos que operan en la región, siendo ejecutados por el grupo contrario ante el inminente pleito de plazas que existe.
Las autoridades ministeriales indican que varios de los homicidios de las personas en movilidad están vinculados a organizaciones criminales, que ven en los migrantes una oportunidad para expandir sus actividades ilícitas.
"La situación aquí es alarmante. La mayoría de éstos asesinatos están relacionados con la delincuencia organizada", mencionó una fuente de la Fiscalía General del Estado (FGE), que también revela que aunque se han abierto múltiples carpetas de investigación, el progreso es lento y limitado debido a la magnitud del problema y la complejidad de los casos.
Cuerpos sin nombre y en búsqueda de justicia
A pesar de los esfuerzos de las autoridades, 40 cuerpos continúan en calidad de desconocidos, esperando ser reclamados por sus familiares. En algunos casos, ya han sido sepultados en los cementerios locales de Tapachula, como el Panteón Jardín y el Panteón Municipal. Sin embargo, aquellos cuyos parientes residen en países como Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua han sido repatriados para recibir un último adiós en sus lugares de origen.
“Los migrantes llegan a las ciudades fronterizas y al quedarse sin dinero empiezan a trabajar como vendedores de droga o gatilleros, que al ser detectados por el grupo contrario son asesinados por estos o durante los enfrentamientos entre cárteles. Por lo que para muchos, la travesía en la búsqueda del Sueño Americano a una vida mejor ha sido trágicamente truncada en tierras chiapanecas por meterse a jugar a gatilleros o vender estupefacientes”, cita la fuente de la FGE.
Mientras las investigaciones continúan, la región sigue sumida en el luto y la incertidumbre, con cada nuevo hallazgo de cuerpos sin identificar o ejecutados, aumentando el dolor de una crisis humanitaria que parece no tener fin.
