Imparable está el tráfico de cemento en la frontera sur, con hombres trabajando a diario en el traslado de este material para la construcción desde Ciudad Hidalgo a Tecún Umán. Balseros han intensificado el traslado de estos insumos para la construcción en territorio guatemalteco, evadiendo los filtros fiscales y aduanales de Guatemala.
Desde principios de año, el aumento en el flujo de cemento se ha constatado en la franja fronteriza entre ambos países, generando pérdidas económicas en la industria dedicada a este ramo en Centroamérica. La compra en volúmenes altos de cemento en Chiapas, conviene a los chapines debido al cambio de moneda, ya que el Quetzal adquiere más valor sobre el peso mexicano.
Es decir, si una bolsa de cemento en Chiapas oscila en los 150 pesos, los guatemaltecos la adquieren hasta por 65 quetzales, lo que representa un beneficio para la economía de aquellos que cruzan por este tipo de mercancía. La mercancía que cruza en bultos por las balsas, va a parar a construcciones de bodegas, comercios o en muy casos casos viviendas de poblaciones fronterizas como Tecún Umán y Pajapita, así como caseríos ( aldeas) situadas también en zonas limítrofes con México.
Hasta ahora, nadie frena el flujo de estas mercancías, que pese a que no representan un riesgo sanitario, implica burlar los cercos aduanales en los que se debería aplicar impuestos por mercancías que abandonar un país e ingresan a otro. Los balseros cobran hasta 150 pesos o más por cruzar este tipo de cargamento, que se realiza lejos de los reflectores donde se encuentran los operativos de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM).
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Apenas hace unos días, el gobierno de Guatemala y México sostuvieron una reunión para determinar acciones más contundentes en el freno a las defraudaciones fiscales en ambos países. Sin embargo, la situación en la frontera sur persiste en cuanto al trasiego e mercancías y la burla a los filtros aduanales.