La caravana de migrantes centroamericanos que ingresó irregularmente a territorio mexicano el 19 de febrero y se enfrentó en dos ocasiones con agentes del Instituto Nacional de Migración, ha encontrado el rechazo social en los municipios chiapanecos de Tapachula, Huixtla, Villa Comaltitlán y Escuintla.
Este grupo de unas 600 personas no conoció de solidaridad, ayuda humanitaria ni festivales para su esparcimiento como las primeras caravanas. Por el contrario, han encontrado el rechazo de ciudadanos que demandan en redes sociales su detención y posterior expulsión del país.
Autoridades municipales han cedido a la presión social y en Tapachula se impidió el ingreso de los migrantes al centro de la ciudad y fueron trasladados en camiones de volteo de Protección Civil a la salida del municipio, en el ejido Viva México.
Asimismo, el Ayuntamiento de Huixtla colocó retenes en su ingreso para ser desviados hacia el libramiento, situación similar que encontraron en Villa Comaltitlán y en Escuintla. Anoche llegaron a Mapastepec en donde se menciona de la presión que ejercen ciudadanos contra las autoridades locales.
La situación de este grupo no es alentadora, sobre todo ahora que el Instituto Nacional de Migración con el apoyo de la Policía Federal mantiene la vigilancia del grupo, por lo que ayer en un retén del INM fueron asegurados 10 centroamericanos que viajaban en el transporte público.
Mientras se mantiene el asedio de la autoridad migratoria, las familias que viajan en la caravana padecen inclemencias del el sofocante calor, duermen en condiciones infrahumanas, y sólo han encontrado el apoyo de Protección Civil que les brinda agua y apoyo médico.