Seguramente no tenías idea que los cascos de seguridad que se deben usar al viajar en motocicleta tienen fecha de caducidad, sin embargo, como ocurre con muchos de los artículos y accesorios de equipamiento para el motorista, tienen un límite de uso.
Así que no importa cuánto gusto o cariño le tengas, llegará el momento en que tendrás que cambiarlo, para tener la seguridad de que te está protegiendo ante cualquier accidente.
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La mayoría de los fabricantes ubican el periodo de vida útil de los cascos entre los tres y ocho años de uso, dependiendo de la marca. Este tiempo es el que garantizan sus cualidades de seguridad y protección.
No importa que aún no llegue a su año de caducidad, las principales situaciones que obligan a cambiar de casco son:
- Accidente o caída: los componentes del casco están preparados para absorber la energía de una única acción de choque. Aunque visualmente no parezca dañado, siempre debe sustituirse después de una caída o accidente.
- Golpe brusco: por la misma razón que el punto anterior, el casco puede verse afectado si cae desde una cierta altura. No hay coincidencia a la hora de delimitar esa altura: algunos fabricantes la sitúan únicamente en 1 metro y otros en 1,5 metros.
- Exposición fuerte al calor: es uno de los factores que más influyen en la pérdida de capacidad del casco. Se recomienda no exponerlo al sol, sobre todo, evitar fuentes de calor excesivas, como el mismo tubo de escape de la moto. Además, a la hora de secar el casco hay que hacerlo a temperatura ambiente y lejos de estufas y radiadores.
- Exposición a combustibles, diluyentes y disolventes: también afectan a su composición por lo que no debe utilizarse este tipo de productos en la limpieza del casco, solo se necesita de agua y jabón neutro, además evita guardarlo cerca de estas sustancias.
Aunque no sea motivo de sustitución del casco, sí hay que prestar atención al mantenimiento de la visera. Si está tan deteriorada que impide una visibilidad normal debe limpiarse bien o sustituirse.
En cualquier caso, vale la pena una revisión regular tanto del interior como el exterior para detectar algunos daños, como: fisuras, grietas, golpes, zonas deformadas. No hay que olvidar nunca que es el principal elemento de seguridad pasiva del motorista.