La pandemia de Covid-19 que no ha logrado frenar el flujo de inmigrantes ilegales que pasan por la Frontera Sur ahora en modo "hormiga", sí ha logrado por otro lado, afectar el intercambio comercial y turístico que tanto beneficia a las regiones fronterizas de Chiapas con el vecino país del sur.

Desde hace algunos meses es raro ver los camiones y autos con placas de Guatemala en los que chapines venían a esta ciudad a hacer sus compras, comer en los restaurantes y algunos incluso vacacionaban en la región trayendo con ello una importante derrama económica en la zona, derrama que por ahora parece más una poca gotera, el flujo de visitantes se ha constreñido.

Al menos eso refiere el puerto fronterizo Talismán- El Carmen, donde la actividad comercial se ha comenzado a recuperar con la puesta en marcha de un operativo de seguridad militar implementado por el gobierno chapín.

No ha ocurrido así con el paso de guatemaltecos a Chiapas durante la segunda quincena de febrero, con una disminución de hasta 60 por ciento en el flujo de centroamericanos por la vía legal, según un reporte del gobierno de Guatemala.

A la inversa tampoco hay mucha actividad. La incursión de mexicanos hacia Guatemala es mínima, por no decir nula, debido a situaciones distintas que se enmarcan la mayoría en la pandemia.

En una demoscopia realizada en este puerto fronterizo, se logró saber a través de comerciantes y cambiadores de moneda que la razón principal por la que este flujo se ha detenido es por la pandemia, que sigue al asecho en esta región con el alza en casos registrados a diario.

Según los comerciantes de El Carmen, la mayoría de los guatemaltecos o mexicanos han dejado de cruzar por esa percepción de inseguridad que presentan al estar en un sitio ajeno al suyo.

“La gente deja de venir q comprar y mucho menos a pasear a Guatemala, esto porque se saben en un lugar donde no controlan datos ni cifras que tienen que ver con la pandemia, también porque desconocen cómo es la situación en determinado lugar en cuanto a los contagios”, señaló Donato, uno de los vendedores en este sector.

Pero existen dos tipos de flujo de extranjeros en este Puente internacional. Por un lado los temerosos, que hacen las cosas a la buena; por otro lado los que burlan todo cerco de seguridad y migratorio, al utilizar la balas que operan debajo del puente y cruzan río arriba a las personas por cantidades que van de los 30 a los 50 pesos.

Por la vía ilegal, decenas de personas cruzan a diario ayudados por los balseros. Sin más preámbulo se introducen a territorio mexicano. Mientras que arriba, en la garita migratoria, los guardias del INM bostezan ante la poca fluidez de personas que llegan y tramitan su pase a Chiapas.

La nula actividad migratoria ha dado un aire desierto a este Puente fronterizo, que en temporada normal y sin pandemia se atasca de vehículos y gente.