El Gerente de la Asociación Nacional de Industriales de Aceites y Mantecas Comestibles (ANIAME), Eduardo López Pérez dio a conocer que a pesar de las afectaciones provocadas por la pandemia del Covid-19, como el cierre de plantas extractoras, el sector de la palma de aceite fue uno de los pocos productos que presentó una fortaleza en el mercado, al incrementar la manufactura, por lo que pese a la crisis económica se tuvo una expectativa de crecimiento, en comparación con otros cultivos.
Dijo que la producción de la palma de aceite ha generado un crecimiento exponencial en los últimos 10 años, dado que, en el 2009, la producción sólo cubría el 5 por ciento de la demanda nacional; sin embargo, en el último año, se logró superar el 50 por ciento del consumo en el país.
Señaló que actualmente en México se están procesando alrededor de 500 mil toneladas al año de aceite crudo de palma, de los cuales más del 50 por ciento, es decir 230 mil toneladas provienen de los 4 estados con mayor productividad como es Chiapas, Veracruz, Tabasco y Campeche, por lo que admitió el potencial de crecimiento.
Con estas cifras, detalló que el gobierno federal, así como los gobiernos estatales, deberían brindar apoyos a los productores, ya que, en su conjunto, generan divisas que van directamente a miles de familias del campo, pues con la demanda se abren fuentes de empleo bien remuneradas y consecuentemente se evita la migración de jóvenes hacia Estados Unidos.
"La industria de aceites y mantecas comestibles está fortalecida, ya que es un sector que viene trabajando a lo largo de la cadena productiva a través de la organización en conjunto con los cultivadores de palma, a fin de que ambos, tengan beneficios económicos por la producción; situación que los ha llevado a tener un crecimiento comparado con el del producto interno bruto", sostuvo.
Finalmente mencionó que para los próximos meses, el reto es proyectar al cultivo como amigable con el medio ambiente, por lo que se está buscando una certificación en el ámbito nacional, apoyado con el aval de organismos de América Latina, esto con la finalidad de garantizar que la producción de palma en México se haga a través de un esquema de sustentabilidad cuidando los ecosistemas, en beneficio del medio ambiente.