Tapachula, la segunda ciudad más importante de Chiapas, enfrenta una alarmante crisis de abastecimiento de agua para emergencias. Con solo un hidrante público operativo, la capacidad de respuesta ante incendios y otras contingencias es extremadamente limitada, lo que aumenta el riesgo para sus más de 394 mil 730 habitantes en el área metropolitana.
Hace nueve años, el gobierno municipal de Tapachula instaló una red de hidrantes en los cuatro sectores de la ciudad con el objetivo de mejorar la capacidad de respuesta en situaciones de emergencia. Sin embargo, hoy en día de los 17 hidrantes originalmente instalados, solo uno sigue en funcionamiento y se encuentra ubicado en la 16ª Avenida Sur, cerca de la conocida “Curva de la Muerte”.
Este hidrante restante, que provee más de 250 mil litros de agua al día a vehículos de emergencia, es compartido por Bomberos, la Marina, la Policía Estatal, Protección Civil y pipas privadas, siendo esta alta demanda lo que pone en evidencia la fragilidad de depender de un solo punto de abastecimiento en toda la ciudad.
De acuerdo con Iván Estrada Rosales, comandante operativo del Cuerpo de Bomberos de Tapachula, el resto de los hidrantes se encuentran inhabilitados o en zonas privadas, lo cual implica que en caso de requerir usarse las unidades de emergencia deben pedir autorización al Comité de Agua Potable y Alcantarillado de Tapachula (Coapatap), o al ayuntamiento, situación que genera una demora considerable en la respuesta ante emergencias, lo cual podría tener consecuencias fatales en un incendio de gran magnitud.
HIDRANTES DESAPARECIDOS Y EN ESTADO INSERVIBLE
A lo largo de los años, algunos de los hidrantes instalados han desaparecido o se han deteriorado hasta quedar inutilizables. Entre ellos se encuentran el ubicado frente a la Iglesia San Agustín, en la 11ª Avenida Norte, y en puntos estratégicos como el parque central Miguel Hidalgo y Liverpool. En barrios populares como La Villita y colonias aledañas, por lo que el acceso al agua en situaciones de emergencia es extremadamente limitado, lo que deja a miles de habitantes en una situación vulnerable ante cualquier incendio u otro tipo de emergencia.
En el año 2017, Andrés Luna Aceituno, comandante de bomberos, que de los 17 hidrantes originales, solo cuatro se encontraban en funcionamiento y advirtió también sobre el riesgo que esto implicaba para las casas, comercios y oficinas de la ciudad, ya que el tiempo de respuesta para apagar un incendio aumenta considerablemente cuando no hay puntos de abastecimiento cercanos. Hoy, siete años después, la situación ha empeorado y solo un hidrante sigue en funcionamiento.
COMPLEJA Y BUROCRACIA EN UNA EMERGENCIA
Tapachula cuenta con tres hidrantes adicionales en zonas privadas, en barrios como Los Laureles Cuchilla, 5 de Febrero y Solidaridad. Sin embargo, la posibilidad de usarlos depende de permisos del Coapatap y el ayuntamiento, lo que retrasa el acceso en momentos críticos. En caso de un incendio en alguno de estos lugares, las unidades de emergencia enfrentan una demora significativa, aumentando el riesgo de daños irreparables para los residentes y sus bienes.
El hidrante más cercano puede estar a varios kilómetros de un incendio, lo que implica que los vehículos de emergencia deban hacer viajes largos para abastecerse de agua. Esta situación no solo incrementa los tiempos de respuesta, sino que pone en evidencia la falta de una infraestructura de protección civil adecuada en una ciudad tan poblada.
CONSECUENCIAS Y RIESGOS PARA LA CIUDADANÍA
La falta de hidrantes en Tapachula no solo representa un problema técnico, sino un riesgo latente para la seguridad de sus habitantes. En una ciudad con alrededor de 394 mil 730 personas, los expertos estiman que al menos 10 hidrantes deberían estar en funcionamiento para atender contingencias de manera adecuada. La actual carencia no solo aumenta el riesgo de pérdidas materiales en caso de incendio, sino que también pone en riesgo vidas humanas.
La situación de los hidrantes de Tapachula evidencia una profunda falta de planificación y mantenimiento en la infraestructura de servicios básicos. Esta carencia limita la capacidad de respuesta en emergencias, no solo en incendios, sino en cualquier situación que requiera agua en grandes volúmenes.
POBLADORES EXIGEN UN LLAMADO A LA ACCIÓN
Los habitantes de Tapachula exigen soluciones urgentes a un problema que no solo puede afectar su patrimonio, sino su seguridad y bienestar. La reparación y reactivación de los hidrantes así como la instalación de nuevos puntos de abastecimiento, deberían ser prioridad para los gobiernos local y estatal. Además, es fundamental que se diseñe una estrategia a largo plazo para asegurar el mantenimiento de estos equipos y garantizar que estén en condiciones óptimas para funcionar en situaciones de emergencia.
La crisis de abastecimiento de agua en Tapachula es un reflejo de la necesidad de inversión en infraestructura y en la protección de la ciudadanía. No se trata solo de prevenir incendios, sino de asegurar que los tapachultecos puedan vivir en una ciudad segura, donde los recursos para enfrentar una emergencia estén a su alcance. Es hora de que las autoridades respondan a este llamado y trabajen en conjunto con los organismos de Protección Civil, para mejorar la seguridad y calidad de vida en Tapachula.