Un promedio de 250 mujeres del municipio de Bellavista cosechan y producen el café Mayan Harvest Coffe, propiedad de Rosalba Cifuentes, chiapaneca emprendedora que ha logrado exportar su producto desde la Sierra Madre a los Estados Unidos, Europa, Canadá y Asia.
El café que sale de este municipio es elaborado 100% por mujeres de la tercera edad y madres solteras, pues Rosalba sabe del sufrimiento y todo lo que pasan las mujeres chiapanecas.
“Las mujeres ganan mucho más que otras y otros productores de café del municipio de Bellavista, que está a una altura superior de los mil metros sobre el nivel del mar y enclavado en la Sierra Madre de Chiapas”, comenta entusiasmada.
Señala que también reciben campañas médicas, despensas, molinos eléctricos y se les paga un precio más alto, ya que son parte del éxito del “Mayan Harvest Coffee” en el mundo, por lo que el café no solo representa una fuente de ingresos para las mujeres y su familias, sino también una oportunidad para empoderarlas en una industria tradicionalmente dominada por hombres.
Menciona que la producción del café se lleva a cabo en pequeñas parcelas de tierra, donde las mujeres cultivan, cosechan y procesan el café de manera artesanal. Este enfoque no solo garantiza la calidad del producto final, sino que también asegura prácticas agrícolas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
El proyecto ha fortalecido la autoestima y el sentido de identidad de las mujeres involucradas, quienes ahora se ven a sí mismas como empresarias y líderes en sus comunidades de la mano de Rosalba. Su éxito ha demostrado que la inclusión y el empoderamiento femenino son fundamentales para el desarrollo sostenible y la equidad de género.
El café de Rosalba es mucho más que una marca, es un símbolo de resistencia, innovación y cambio positivo de lo malo a bueno en favor de las mujeres de Chiapas que han pasado una historia similar, es la fuerza de la chiapaneca que pasó del sufrimiento al éxito fuera de sus tierras chiapanecas.
Puntuación de alta calidad
El café es una de las bebidas más populares y consumidas en el mundo, no solo es apreciado por su sabor y su capacidad para mantenernos despiertos, sino también por su complejidad y la diversidad de experiencias sensoriales que ofrece.
La calidad del café se mide en diversos aspectos, y uno de los más importantes es su puntuación en taza, que puede oscilar entre diferentes valores según su origen, procesamiento y características organolépticas con las que se produce.
El café de Rosalba tiene una puntuación entre 86.25 a 88 en taza y de alta calidad, con características sobresalientes que lo distinguen en el competitivo mercado del café especial. Para alcanzar esa puntuación se consideran varios factores, incluyendo el aroma, sabor, acidez, cuerpo y el retrogusto del café. Una puntuación superior a 85 generalmente significa que el café posee una combinación equilibrada de estos atributos con algunas características especiales que lo hacen destacar.
El aroma de buen café
El aroma de un café con una puntuación en este rango suele ser complejo y atractivo, con notas que pueden variar desde frutas y flores hasta caramelo y chocolate. Estos aromas iniciales son cruciales ya que preparan el paladar para la experiencia de sabor que sigue. Un buen aroma puede indicar una buena calidad de grano y un proceso de tueste adecuado.
En cuanto al sabor, los cafés con una puntuación de 86.25 a 88 tienden a ofrecer una experiencia rica y balanceada. Los sabores pueden incluir una mezcla de dulzura, acidez y amargor en perfecta armonía.
Además de todos los anteriores atributos sensoriales, la puntuación también puede reflejar la consistencia y la ausencia de defectos en el café, por los que puntúan entre 86.25 y 88 son generalmente libres de defectos notables, como sabores astringentes o quemados, que pueden arruinar la experiencia de beberlo.
Un camino difícil
Rosalba Cifuentes Tovía es una mujer que pasó del sufrimiento al éxito gracias al café chiapaneco, ya que desde muy niña sufrió abusos y a los 12 años tuvo que migrar a los Estados Unidos, desde donde empezó su historia de superación.
Platica que el asesinato de su padre le dio el valor de poder huir sin miedo a nada, por lo que voló de Tapachula al país norteamericano sin saber leer y sin saber nada, por el cautiverio que vivió en su entonces corta vida.
“Mi vuelo salió de Tapachula con escala en México y ahí me perdí, ya que cuando le preguntaba a las personas de la salida del vuelo solo me decían que estaba en la pantalla y yo sin saber leer, pero una señora que realizaba la limpieza me ayudó para tomar mi vuelo a Tijuana”, narra para Diario del Sur.
Añadió que estuvo trabajando en Tijuana, Baja California y cuando tuvo la oportunidad de cruzar a los Estados Unidos no lo pensó dos veces, pero sufrió bullying, pues no sabía leer, escribir y mucho menos hablar inglés.
Explicó que el primer trabajo que le ofrecieron fue en McDonald's, después de cinco años fue mánager de cinco restaurantes por su perseverancia y ganas de salir adelante, por lo que ese lugar trabajó 17 años.
“Ahí, en el negocio de las hamburguesas empecé mi contacto con el café, pues me empezó a llegar los recuerdos de mi familia que tenía finca y me surgió la idea de vender café a McDonald’s, pues traía una mentalidad de irme a lo grande”, menciona.
Regresó a Chiapas 17 años después de irse de migrante a los Estados Unidos con la idea de vender café, pero como en todo, al principio es difícil y se arriesgó a invertir todos sus ahorros que hizo en Estados Unidos y compró café.
“Un contenedor de café lleva 275 bolsas y cada bolsa pesa 65 kilos, sumando alrededor de 19 toneladas de café. La inversión eran más de 100 mil dólares y me di cuenta de que eso eran todos mis ahorros de 17 años. Pero dije: si ya estoy acá, vamos a darle para adelante, si ya pasé cosas peores en la vida que se deben de superar, lo peor que podía pasar es que tendría que tomar café toda mi vida”, abundó.
Externó que el primer cargamento fue un contenedor que no pudo vender y se regresó a Chiapas con pérdidas, pero no derrotada, sino con la intención de seguir su proyecto y en su segundo viaje de exportación se llevó dos contenedores de café, como reto, ya que le decían que ese oficio era para hombres, los cuales de la misma manera se le complicaron vender, pues el café de México entonces no era bien visto como el café de Guatemala, Costa Rica o Colombia.
Relató que la oportunidad le llegó porque un exportador de café a Estados Unidos le quedó mal a un cliente y ahí le dieron la oportunidad de catar su producto para ver si pasaba la prueba. El dueño de la empresa reconoció el café y le dijo que no había probado uno de México tan bueno, requiriendo entonces el producto, y al tenerlo ya en el país, el empresario no dudó, ya que representaba un gasto menos para él.
Tras la primera experiencia de venta desde hace más de 8 años su café tiene presencia en Europa, Estados Unidos, Canadá y Asia, pero su reto ahora es darlo a conocer en México, pues sólo se ha dedicado a exportarlo y no lo ha comercializado en territorio nacional.
Puntualizó que uno de sus tantos logros conseguidos en la corta trayectoria exportando café es que este estuvo presente en una barra del Súper Bowl LVIII con los cafés más importantes que se venden en Estados Unidos.