La llegada del cine fue el parteaguas de desarrollo de Tapachula y colocó a esta ciudad como estandarte económico de la frontera sur del país, no obstante, hoy solo queda una nostalgia de la generación dorada, aquellos viejos que nacieron en la década de los cuarenta, cincuenta y sesenta.
Tapachula simbolizó un ícono de Chiapas en el séptimo arte, la edificación de sus cines no sólo demostraba la belleza arquitectónica, sino tenía implícito un entorno cultural y artístico de aquellas épocas.
En una charla con Jorge Villanueva Del Pino, cronista oficial de Tapachula, comentó que esta ciudad desde sus inicios fue cosmopolita, ya que era un paso obligado de caravanas de artistas que se dirigían a Centro y Sudamérica, por ello, Tapachula, antes que los cines, tuvo teatros de revista.
El primer cine reconocido en Tapachula fue el Cine Europa, propiedad de un alemán de apellido Banken, se encontraba en la esquina de la décima norte y la primera poniente; después la compañía “Parres” fundaron un cine enfrente de donde ahora se encuentra el Hotel Fénix, sobre la 4ª. Norte, que antes era la Avenida Hidalgo.
Después la familia Martínez abre el Cine “Cervantes” en la 1ª. Calle oriente entre central y 1ª. Norte, en lo que ahora se conoce como el hotel Cervantino, pero la peculiaridad es que en este recinto se veló el cuerpo del cómico apodado “El Chaflán”, que murió ahogado en Puerto Madero, y que tuvo que venir Mario Moreno “Cantinflas” desde la Ciudad de México a recoger el cuerpo de su amigo.
Después el Cine Figueroa, abrió sus puertas, propiedad del español Fernando Díaz Pérez, este cine fue el primero en tener plateas y su arquitectura fue de las más bellas con estilo art decó, lo único que queda de él, es un proyector que se exhibe en el estacionamiento de la “Plaza del Sol”.
Posteriormente la compañía Díaz Bullard, dueños del Cine Figueroa, fundaron el Cine Tapachula, que se inauguró en 1954 con la exhibición de la película “Quo Vadis” con Robert Taylor y Déborah Kerr, este cine estaba a dos cuadras del parque central y ahora es una tienda de telas.
Algunos años después, en 1966 se inauguró el Cine “Tacaná”, que estaba en la 9ª. Norte esquina con la 9ª. Oriente, su arquitectura era muy parecida al Cine Internacional de la Ciudad de México.
También por esas fechas se inauguró el Cine “Avenida” en la Central Sur, que abrió sus puertas con la exhibición de la película “Marco Antonio y Cleopatra”, después cambio su concepto a Sala de Arte Dr. Belisario Domínguez, donde exhibían películas de alto criterio, para que años después se convirtiera en un templo evangélico y finalmente un casino. Actualmente es un edificio abandonado.
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Villanueva Del Pino agregó que después vino la Operadora de Teatros, que tenían cines en toda la república y aquí en Tapachula fundaron el Cine Maya, la primera película que proyectaron fue “Al maestro con cariño” una película británica protagonizada por Sidney Poitier, años más tarde, fundan una sala contigua conocida como Cine Maya 2. Actualmente estos cines se convirtieron en locales comerciales y estacionamiento.
Años después viene la competencia entre los empresarios radicados en Tapachula y quienes operaban en Tuxtla Gutiérrez, por lo que unos años más tarde la familia Serrano Figueroa funda los cinemas Acuario y Piscis, que, por su infraestructura, también funcionaban como teatro. Ahora estos inmuebles están abandonados, pero antes dio cabida a un templo evangélico.
En la parte final de los años noventa, con la llegada de las video caseteras caseras, con el alquiler de películas, causó el hundimiento de los grandes cines, aunado también a la llegada de los centros comerciales a Tapachula que ya incluían en sus servicios, salas de proyecciones pequeñas, cómodas y acondicionadas.
Los cines, en gran medida, ocasionaron el despegue económico de Tapachula, así como el crecimiento urbano, ya que varias zonas habitacionales fueron construidas alrededor de los cines, y con ello, Tapachula cambió su fisonomía.
Hoy solo quedan recuerdos de los abuelos y los padres que alguna vez vivieron la emoción de ir al cine el fin de semana, donde saliendo de las salas, decenas de vendedores esperaban en la salida ofreciendo fritangas y bebidas. Sin duda esos momentos nunca regresarán, pero lo importante es que esa nostalgia no desparezca porque es parte de la historia de la perla del Soconusco.
