La demanda de espacios en los albergues de la frontera sur supera por mucho la capacidad de atención, ante la gran cantidad de migrantes de diversas nacionalidades que continúan ingresando a Tapachula.
El director del albergue Diocesano “Belén”, y responsable de la pastoral de movilidad humana de la diócesis de Tapachula, afirmó que se encuentran saturados ante la demanda de atención, ya que en el caso de este lugar su capacidad es de 140 personas y en la actualidad atienden a 250 personas.
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Dijo que México no es un gobierno de puertas abiertas al mantener políticas de restricción, sin embargo, esto no ha detenido la migración de miles de personas de Centro, Sudamérica y otros países, porque ante la necesidades económicas y políticas que enfrentan en su país de origen, siguen exponiendose a riesgos, lo que genera además que los albergues de la frontera sur se mantengan rebasados.
Indicó que bajó el flujo de haitianos con los camiones que ofreció el Instituto Nacional de Migración (INM), pero siguen llegando a esta región más personas como grupos de familias completas, recientemente llegaron de Angola y han empezado a llegar al albergue familias de Honduras y El Salvador, así como de Venezuela.
Reconoció que en diciembre disminuyó un poco la demanda de atención en el albergue, sin embargo, a principios de enero nuevamente ha vuelto subir el flujo migratorio en esta zona del país. "Nunca vamos a dejar tener migrantes, viene a la alza el flujo a principios del año, a pesar de lo complejo que resulta el tema y de las políticas migratorias del gobierno federal las personas seguirán saliendo de sus países en busca de mejores condiciones", abundó.
Detalló que es lamentable que en este fenómeno las autoridades se olviden del niño migrante y de las mujeres que desesperados buscan mejores condiciones y calidad de vida, pero en su caminar encuentran actos de violencia, discriminación, falta de techo y comida.
Puntualizó que migrar no es un delito, pero es preocupante la situación que enfrentan algunos de los migrantes, principalmente por la xenofobia y discriminación de pobladores locales y de autoridades migratorias. El entrevistado subrayó que a pesar de la labor que realizan, los albergues no cuenta con apoyos del gobierno y subsisten de lo que la gente y las parroquias les ayudan, sobre todo con alimentos y medicamentos.
Finamente mencionó que algunos migrantes en el alcoholismo no son un buen ejemplo, además del comercio que ellos realizan como competencia de otros comerciantes, pero en general, son buenas personas, gente normal y que también están condicionados a como los traten.