La deforestación de manglares en áreas protegidas de la región del Soconusco ha alcanzado niveles alarmantes, con una pérdida del 30% de su superficie cada año. Esta situación se agrava con la tala indiscriminada de maderas preciosas. Aunque no se dispone de un estudio exacto sobre las hectáreas afectadas, el daño es considerable, indicó Vicente Castro Castro, investigador del Centro de Investigaciones con Visión para Mesoamérica.
El investigador explicó que el principal problema radica en que, a pesar del conocimiento y la evidencia sobre la tala de árboles y manglares en la región, las autoridades no han actuado de manera contundente para detener esta actividad ilícita.
“Este problema de la deforestación está afectando gravemente los ecosistemas y la biodiversidad de la región. Por ende, es crucial que las autoridades tomen medidas inmediatas y efectivas para proteger los recursos naturales del Soconusco”, expresó el investigador.
Añadió que una de las propuestas más urgentes es que la autoridad federal delegue a los ayuntamientos la facultad de actuar contra este delito ambiental. Los gobiernos locales, al conocer mejor las áreas afectadas, podrían implementar acciones más rápidas y efectivas para detener la tala ilegal, en lugar de escudarse en que es un delito federal.
Castro precisó que es fundamental que la ciudadanía participe activamente en la denuncia de actividades de tala ilegal, ya que existen vías de comunicación que permiten hacer denuncias de manera anónima y sin meterse en problemas.
El crecimiento poblacional y las necesidades agrícolas han cambiado el 89% del paisaje natural de Chiapas y de la región del Soconusco, poniendo en riesgo áreas forestales esenciales para los seres humanos que no conocen su entorno.
Señaló que falta una política eficiente de ordenamiento territorial, ya que se ha permitido que estas actividades se expandan sin control, afectando gravemente los recursos naturales de la región, al grado de que solo se mantiene el 11% de su vegetación natural.
“La situación de la tala clandestina es especialmente grave en áreas naturales protegidas como La Encrucijada y la Reserva de la Biosfera Volcán Tacaná. Estas zonas, que deberían ser refugios de biodiversidad”, abundó.
A pesar de los esfuerzos de organización de la sociedad civil, las autoridades han hecho poco o nada para controlar efectivamente el problema de la tala clandestina y la deforestación.
Dejando a un lado a los lugareños que utilizan la leña como combustible, existen grupos delictivos que se dedican exclusivamente a la tala y robo de madera, los cuales operan sin ningún problema en la región y en todo Chiapas.
Puntualizó que para enfrentar este desafío es necesario fortalecer las estrategias de vigilancia y control. Además, se deben aumentar las sanciones para quienes sean encontrados culpables de estas prácticas destructivas, enviando un mensaje claro de que la tala ilegal no será tolerada.