Familiares de internos del Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) 15 de Villa Comaltitlán, dieron a conocer en exclusiva para Diario del Sur, el viacrusis que es para muchos de ellos el tener que desplazarse desde otras ciudades de la República Mexicana cuando son trasladados a esta penitenciaría en Chiapas.
Un claro ejemplo de esta situación nos la dio a conocer la señora Esmeralda N, originaria de Estado de Sinaloa, quien comenta con gran tristeza, que su esposo está recluido en este centro penitenciario en donde paga una condena de más de 15 años, acusado por diversos delitos del orden federal, por lo que ella tras ir y venir varios meses, actualmente se quedó a radicar en este municipio.
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Abordada frente al CEFERESO 15, comenta que ella ha venido desde Guasave, Sinaloa ya que a su esposo, de quien omitió su nombre, fue capturado en la frontera del Norte, y primero fue recluido en una cárcel estatal, acusado de tráfico de personas o "pollero".
Dijo que meses después en el año 2020, fue trasladado a Chiapas, a esta cárcel federal, con personas que cometen delitos de alta peligrosidad, por lo que dijo ya han pasado dos años por lo que ella debió dejar todo para acompañarlo.
Indicó que por la distancia del estado sinaloense, finalmente decidió radicar en Villa Comaltitlán, donde paga una renta de 3 mil 500 pesos, en un pequeño apartamento en el que solo tiene una mesa y una pequeña estufa, pues comer fuera le resulta mucho más caro.
Comentó que para venir debió dejar a sus tres hijos, sus padres y hermanos, pero entre familia acordaron que ella mejor se quedara en esta región de Chiapas pues los viajes les salían muy caros y su esposo pasaba mucho más tiempo solo y sin siquiera visitas.
“Las visitas no son físicas y al ser un reclusorio de alta seguridad, solo nos acercan a una ventanilla. En ocasiones es solo a través de video llamadas, y no se permite abrazar a los reclusos, lo que nos invade de tristeza, además que también imponen el tiempo de visitas”, dijo.
Finalmente la mujer indica que como visitantes son sujetos a indicaciones de los custodios y viven resignados a casi no tocarlos, y a mantener comunicación parcial. No todos reciben visitas. Ella cree que el delito de su esposo quizá no es tan grave, como el de un traficante de drogas, secuestrador, homicida, entre otros y se conforma con la visita.
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