Apenas han pasado 48 horas que el gobierno federal cambió de rojo a naranja el semáforo de riesgo para Chiapas y la población en la frontera sur ya percibe que se libró la batalla.
Tapachula alcanzó los 649 casos oficiales positivos por Covid, mientras que en municipios aledaños incrementan de manera desmesurada.
La población ( y las autoridades) han relajado la medidas sanitarias. El centro de la Perla del Soconusco vuelve a convertirse en el foco rojo de contagios.
El mercado Sebastián Escobar es un indicio de esto. Vendedores que están en plena calle sin las respectivas medidas preventivas, personas deambulando de un lado a otro, como si sólo se hubiera tratado de una horrible pesadilla, comensales abarrotando los puestos de quesadillas y tacos y policías municipales poniéndose al día mientras simulan vigilancia en el centro.
La gente no tiene miedo. El semáforo naranja advierte todavía de la peligrosidad de la pandemia. Parece un severo problema de daltonismo: muchos ven color verde donde aún hay altos riesgos de contagios.
En la periferia de esta importante central de abastos, que apenas el pasado 26 de mayo intentó ser cerrada por las autoridades de salud, la nueva normalidad está acelerada, sin la presencia de brigadas de la Secretaría de Salud o el Ayuntamiento de Tapachula que inspeccionen, sancionen o corrijan a aquellos que infrinjan las condiciones sanitarias en que se debe trabajar.
En una de las esquinas, un hombre predica la palabra de Dios, habla de la pandemia y acusa que el gobierno no muestra la cara real de la situación, en un gesto con el cual intenta mezclar política y religión. Pese a todo el panorama adverso, asegura que la respuesta está en la oración.
De poco sirve el esfuerzo que han hecho los empresarios del centro por mantener sus negocios que se están yendo a la quiebra. Los tapetes sanitizantes y rociadores de limpieza han sido colocados en las entradas de los locales, pero la gente que tanto ha criticado las medidas del gobierno ahora escupe al cielo y satura comercios, calles y demás sitios donde puedan realizar compras.
A pocos metros del mercado, los andadores también registran alta afluencia de personas. Los bancos ni se diga, parece que están regalando dinero. Las sucursales bancarias han optado por pedirle a sus cuentahabientes que hagan largas filas de hasta una cuadra para evitar aglomeraciones al interior de los edificios.
El Procentro ha sentenciado que desde que inició la pandemia no hay una estrategia real de contención del virus. Para Anibal Núñez Mejía, secretario de esta asociación de empresarios, los filtros instaurados por el ayuntamiento llegaron tarde, permanecieron sin eficacia debido a que los caso aumentaban y se quitaron sin resultados positivos.
En Tapachula, para muchos ha pasado lo peor. ¿Cuál miedo?
/BJ