En vísperas del trigésimo aniversario del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) contra el Gobierno mexicano, la comunidad zapatista se congrega en el Caracol VIII Dolores Hidalgo, situado en Ocosingo, para conmemorar y reflexionar sobre las tres décadas de lucha por los derechos de los pueblos indígenas y la autonomía.
El EZLN, cuya insurrección tuvo lugar en 1994 como respuesta a la exclusión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), se formó como una resistencia a la miseria extrema, la falta de justicia para los pueblos originarios y la explotación de terratenientes y políticos chiapanecos.
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El 1 de enero de 1994, el EZLN irrumpió en Altamirano y Ocosingo, enfrentándose a las fuerzas gubernamentales y marcando el inicio de una lucha que ha resonado a nivel nacional e internacional.
Para la celebración del 30 aniversario, se esperan eventos significativos, incluida la "Caravana de Caravanas", que contará con la participación de mil personas de 19 estados y 20 países. Durante este evento, se prevé que la comunidad zapatista anuncie reestructuraciones internas para continuar abogando por el reconocimiento de los pueblos indígenas y su autonomía en Chiapas y México.
Marco Jiron Hernández, indígena tzeltal y activista, destaca la relevancia continua de la propuesta zapatista, enfrentando problemas de marginación y salud que requieren atención constante.
Zapatismo: 30 años de lucha y visión por la inclusión y la diversidad
El zapatismo se erige como un movimiento fundamental en la construcción del poder desde la sociedad civil, destacando su enfoque en la promoción de la autonomía y el autogobierno pluriétnico. La esencia de esta corriente se encuentra en la articulación de la sociedad civil para construir y practicar modelos de autonomía que respeten la diversidad étnica. Este enfoque combina elementos de democracia participativa y electoral, la rendición de cuentas y la rotación del mandato, estableciendo así un marco de gobernabilidad singular.
La contribución distintiva del zapatismo se manifiesta en su propuesta de una nueva relación con los Pueblos Indígenas, insertándose en el contexto de una profunda reforma del estado. Al poner de manifiesto las limitaciones del marco jurídico vigente, que omite derechos o reduce el impacto de algunos, ha catalizado la formulación de nuevas propuestas de reformas constitucionales. Estas propuestas se han gestado en diversos espacios de diálogo, siendo los encuentros de San Andrés Larraínzar un escenario clave para su desarrollo.
La trascendencia del zapatismo no se circunscribe únicamente a la vida interna del país en el que surgió, sino que ha alcanzado una dimensión global al visibilizar y poner sobre la mesa de discusión la problemática de las comunidades indígenas en todo el mundo. El movimiento ha destacado la exclusión de estas comunidades de la vida política, económica y social, subrayando la necesidad de una armonización de los derechos culturales y la normatividad jurídica de los estados.
En este sentido, el zapatismo aboga por garantizar la inclusión y la igualdad en la diversidad, promoviendo el pluralismo como condición indispensable para el ejercicio de una vida democrática auténtica. Además, su impacto ha abierto la opción hacia la construcción de un nuevo pacto social en el que se colocan en el centro los derechos humanos de todas las personas, las minorías, los pueblos y las naciones. Como lo señalan los zapatistas, este proceso inicia con el respeto a uno mismo y exige y organiza el respeto a los demás, configurando así un llamado a la dignidad humana y la convivencia armónica en un contexto de diversidad.