Don Beto Barrios, como cada año, visita el Panteón Jardín para limpiar y acondicionar las tumbas de sus seres queridos, en vísperas del Día de Muertos. Junto con su familia, se asegura de que todo esté listo para el 1 de noviembre, cuando llevarán flores y veladoras como parte de la tradición.
"Nos preparamos para el primero, limpiamos el panteón para que esté bien aseado, porque es la celebración del último día de uno. Hay que venir a limpiar y después, un día antes, a pintar", menciona don Beto mientras arregla la tumba de un familiar.
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Para él, es importante que todo se vea bien. "Traemos flores para que se vea bonito", agrega. También comenta que tres o cuatro miembros de su familia lo acompañan en estas tareas, incluidas sus hijas, quienes siempre están presentes para mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos.
"Es un ser que se fue, y nosotros vamos detrás en cualquier momento, pero nunca hay que olvidarlos", expresa con serenidad. Cada año se asegura de venir a limpiar, recordando que la memoria de sus seres queridos debe mantenerse intacta.
Aunque el panteón suele presentar maleza debido a las lluvias, don Beto se ocupa de que todo quede bien arreglado. "Poco a poco lo vamos limpiando, el día antes raspamos y recogemos la basura para dejar todo listo".
El día de la celebración, él y su familia se reúnen para colocar flores y veladoras, pasando un rato en el panteón. "No podemos quedarnos todo el día, pero unas cinco horas está bien. Toda la familia viene, mis hijos y todos".
A veces, para evitar la multitud que se forma el 1 de noviembre, adelantan la visita unos días antes. "El mero día se amontona la gente y ya ni se puede caminar, por eso limpiamos antes", comenta.
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Don Beto concluye que, aunque otros no cuiden tanto las tumbas, él siempre se asegura de dejar todo en orden, porque para él es fundamental mantener la memoria viva.