“Ya te encontré, acá estás”, fue lo único que escuchó antes de ser atacado por un pandillero de la MS-13, a quien días antes se había negado a pagarle derecho de piso aquí mismo en esta ciudad de la frontera sur, por lo que resultó lesionado.
Entre agresiones y la discriminación, muchos migrantes pasan el mayor tiempo de su travesía y vida al salir de sus países en las calles, sin trabajo, cuidándose de las pandillas y algunos pidiendo monedas en las vía pública, negocios, parques y puertas de las sucursales bancarias.
Así es el diario vivir de miles de migrantes que por diversas razones han dejado sus países y están varados en Tapachula mientras obtienen documentos para estar se forma legal en el país y poder avanzar a su tan ansiado “sueño americano”.
Este es el caso de una familia de 15 migrantes hondureños quienes a lo expuesto suman la gran preocupación de no encontrarse de frente con gente de las pandillas Marasalvatrucha-13 o la Barrio-18, por lo ellos al igual que muchos de sus compatriotas salieron de su país ante las amenazas de muerte y el cobro de piso.
Esta familia vivió en carne propia la persecución de las pandillas en su país de origen, y hoy desgraciadamente esa realidad los vuelve a alcanzar en Tapachula.
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El líder de esta familia a quien llamaremos Carlos para guardar su identidad comenta que hace algún tiempo el estaba sacando una copia cerca de parque Bicentenario cuando fue atacado con un tubo por un pandillero centroamericano.
“Acá tenemos que aguantar de todo, ya que no podemos salir por la falta de papeles y no queremos que nos deporten a nuestro país, ya que eso nos costaría la vida, ahora que nos encontraron tenemos que escondernos bien de ellos y salir de Tapachula a como de lugar”, expresó.
Añadió, “pedimos la ayuda de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para que nos ayuden con la protección internacional y nos podamos mover de la ciudad”.
Jimmy, otro de los integrantes menciona que apenas ayer también tuvieron un problema con su arrendador que los corrió a pesar de que ya habían pagado el mes de completo de la renta y les advirtió que no fueran a denunciarlo, porque ni les harían caso por ser migrantes.
“Acá tenemos que aguantar maltrato, discriminación, amenazas, extorsión, abusos y todas las cosas peores que se pueda imaginar un ser humano por el simple hecho de no estar en nuestra tierra y por el miedo nos tenemos que callar”, finalizó.
Cabe hacer mención, que para proteger la identidad e integridad de las personas se les cambiaron nombres y apellidos.