Curiosamente de los políticos a veces conocemos todo, menos su trabajo, pero hay una mujer que está dando de qué hablar, justamente por eso, porque decidió ponerse a trabajar.
Rosa Irene Urbina es alcaldesa de Tapachula, una ciudad hermosa, pero complicada, en donde se conjuntan los beneficios –y las necesidades– de la playa y el puerto; de importantes zonas agrícolas, por ejemplo en la producción de café, rambután, plátano y que, por si fuera poco, es puerta de entrada a nuestro país, pero no sólo de personas con pasaporte, sino de miles de indocumentados en busca de una oportunidad.
¿Qué necesitamos conocer de esta mujer, la primera en gobernar Tapachula?
Ella misma contesta sin prisa, con una voz franca y la convicción de lo que está diciendo.
—Lo que el pueblo de Chiapas necesita conocer de Rosy Urbina es la honestidad, el compromiso, los resultados que damos. Tapachula ha sido el ejemplo, una ciudad que no es fácil gobernar, ahora además con el incremento de personas en movilidad. Ha sido un reto pero también una oportunidad, porque de alguna forma, después de la crisis sanitaria con la pandemia, ayudaron a reactivar la economía. Hoy vemos hoteles, posadas, casas habitación, rentadas por ellos; comercios, especialmente en la zona centro, que se ven beneficiados por el consumo. Las remesas que reciben se están quedando aquí. Considero que también ha sido un factor a favor, y es mejor verlo como tal.
Hoy el horizonte es más amplio, ya no se trata de un municipio, busca gobernar un estado
—Estoy segura de que los resultados que hemos dado aquí los podemos generar también en el estado, siempre que estemos rodeados de gente capaz, porque no se dan solamente porque Rosy Urbina está trabajando, sino porque hay un equipo comprometido.
Otra cosa muy importante es que amo a mi estado, nací aquí, soy chiapaneca cien por ciento, hija de padres chiapanecos, toda mi familia vive en Chiapas. Y en cuanto a mi carrera política no he tenido otro partido político más que Morena; nací en este partido, y aunque tengo poco tiempo en la política, tengo toda la voluntad de trabajar.
Esa es la Rosy que quiero que conozca el pueblo, la Rosy Morena, chiapaneca, la que no se cansa de trabajar y que todos los días sale a buscar el bienestar para la población a la que hoy me debo.
Visto está que este es el tiempo de las mujeres
—Yo creo que es tiempo de mujeres, pero comprometidas, de resultados; no sólo porque soy mujer forzosamente tengo que estar. Para mí no es un tema de competencia con los hombres, en cualquier área somos complemento hombres y mujeres; lo único que las mujeres estamos buscando es tener las mismas oportunidades, porque somo seres humanos competimos, no sólo en política, sino en cualquier labor, pero debe haber la oportunidad para los dos sexos; y si es el hombre quien mejor puede desempeñar un cargo, pues adelante, porque claro que hay hombres valiosos; y si es una mujer, de la misma forma se le debe dar el paso, sin ponerle trabas sólo porque es mujer.
Hay que hablar de paridad, igualdad, equidad, pero siempre con compromiso, porque afortunadamente ya tenemos más oportunidades de competir, pero ha sido difícil este proceso, hay mujeres que incluso perdieron la vida buscando este cambio, esta inclusión.
Cuando le pregunté acerca de lo que ha significado este encargo, en donde además es la primera mujer en el municipio en lograrlo, se le dibujó una enorme sonrisa… “Fui la primera mujer en dirigir Tapachula, primero designada por el Congreso como alcaldesa sustituta, y después en una elección. Otro logro”. Sin embargo, no se subió sola al podio, reconoció además la importancia de contar con un buen equipo, aunque no todo es, o ha sido, miel sobre hojuelas…
—Hay dos momentos difíciles, uno fue la pandemia, porque a los 15 días que inicié en la presidencia me tocó la pandemia, y después, afrontar el desafío migratorio, aunque todo eso, como cualquier problemática, se va resolviendo con trabajo, y fue una época muy difícil porque no dejé de trabajar un solo día. Teníamos un equipo, el Grupo Covid, la llamábamos, diez secretarios que tenían que ver con el tema y que nos veíamos todos los días, hasta que fuimos cayendo como pollitos, uno contagió a otro, y así.
A veces lo que realmente deseas es que quien está contigo en el equipo traiga el mismo compromiso, la misma playera puesta, pero no siempre es así y hemos tenido que tomar decisiones porque no es que estén trabajando para Rosy Urbina, y se los digo en cada reunión con el gabinete, no están dándole resultados a Rosy, sino a su pueblo, aquí, donde viven, donde está su familia, entonces, creo que esto a veces decepciona. Y la parte fea es el tema de los ataques, los ataques mediáticos, esos que muchas ocasiones ni siquiera tienen rostro, gente que no se atreve a verte a los ojos y decirte oye a mí no me parece, hiciste mal esto, porque decir, es bien fácil. Yo soy abogada de profesión, y a todo dicho hay que llevar una prueba, entonces si tú tienes pruebas, ve, hay instituciones que están para eso; no se valen esos ataques sin fundamento.
“Yo estoy contenta y tranquila”, dijo al final Rosy Urbina, y se le nota. Tal vez estamos más acostumbrados a ver a los políticos (hombres), en ese papel de dirigente, de todo poderoso; en esta ocasión me encontré a una mujer en su papel de las cosas se tienen que poder y no hay de otra, y hay que trabajar para que las cosas sucedan, porque no llegan solas, pero además, feliz de hacerlo y convencida de que puede hacer más.