La violencia en Chiapas ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años. Este 2024, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNPS) hasta el mes de agosto se ha registrado un incremento del 60 por ciento comparado al año anterior que fueron 309; mientras a septiembre del presente año van más de 540 muertes violentas; de las cuales entre enero y agosto ocurrieron 476.
Chiapas, conocido por su diversidad cultural y geográfica, en la actualidad está sufriendo los estragos de la disputa territorial entre grupos del crimen organizado.
El uso de armas de fuego ha sido clave en el incremento de la violencia en la entidad. Durante los primeros ocho meses de 2024, de las 476 muertes violentas 332 víctimas fueron abatidas con armas de fuego, entre ellas 13 mujeres, sobre todo en enfrentamientos entre grupos criminales.
Cabe citar que de las 540 muertes violentas, los meses de septiembre y octubre de 2024, aún no están registradas en las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNPS).
El origen de la actual crisis se remonta al año 2020, cuando fue asesinado “El Junior”, miembro de un grupo armado en Tuxtla Gutiérrez, lo que desencadenó una serie de enfrentamientos entre los grupos delictivos que se disputan el territorio en la entidad.
Otro de los eventos más significativos fue la balacera en la carretera fronteriza cerca de la comunidad Selegua, en el municipio de Frontera Comalapa. Desde entonces, la violencia ha ido en aumento, afectando gravemente a regiones como la Sierra Fronteriza, del Soconusco, el área Metropolitana, los Altos y Selva Lacandona.
Los datos reflejan una tendencia aterradora. La mayoría de éstos crímenes están directamente vinculados a la lucha entre grupos delincuenciales que se disputan el control de rutas estratégicas para el narcotráfico y el tráfico de migrantes.
Las regiones más afectadas incluyen municipios como Frontera Comalapa, Suchiate, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez donde se han documentado asesinatos, desplazamientos forzados y reclutamiento de civiles.
Cabe citar que los ataques no se limitan a las zonas rurales, sino también en ciudades como Tapachula y Tuxtla Gutiérrez que han sido escenarios de masacres y asesinatos relacionados con el crimen organizado.
Presencia de grupos armados en Chiapas
El conflicto en Chiapas está impulsado principalmente por la presencia de los grupos de la delincuencia organizada que se disputan el control de rutas clave que conectan con Centroamérica.
Esta lucha ha afectado no solo a los habitantes locales, sino también a migrantes que transitan por el estado en su intento de llegar a los Estados Unidos.
En marzo de 2024, la violencia alcanzó uno de sus puntos más álgidos cuando uno de estos grupos delincuenciales se atribuyó la matanza de 19 personas en un ataque relacionado con el tráfico de migrantes. A esto le siguió otro enfrentamiento en abril contra la Guardia Nacional, que dejó al menos 10 muertos.
La violencia no solo ha afectado a los migrantes, sino también ha golpeado a las comunidades indígenas cuyos habitantes han sido desplazados o han huido por miedo a ser reclutados de manera forzosa, así como al proceso electoral de este año.
Proceso electoral manchado
El clima de inseguridad tuvo repercusiones directas en las elecciones de 2024. Hasta la fecha, al menos cinco políticos fueron asesinados en Chiapas, entre ellos Lucero López Maza, candidata a la alcaldía de La Concordia, quien fue acribillada junto con otras cinco personas durante un evento de campaña en mayo.
Además, Mauro Hernández Velin, candidato a regidor en Benemérito de las Américas, fue muerto en un ataque dirigido a su partido. Estos homicidios han generado un ambiente de temor y han convertido a Chiapas en uno de los estados más peligrosos en este ciclo electoral.
El aumento de homicidios y ataques armados ha obligado a las autoridades a desplegar más fuerzas de seguridad, sin embargo, el impacto ha sido limitado. Las zonas rurales y los municipios fronterizos siguen siendo escenario de enfrentamientos, lo que ha provocado el desplazamiento de cientos de familias, especialmente en áreas indígenas, donde las comunidades han quedado atrapadas en medio del conflicto.
Otro caso es el levantón del presidente electo de Frontera Comalapa, quien ganó la elección con el Partido Verde Ecologista de México, Aníbal Roblero Castillo, quien fue privado de la libertad por hombres armados en una cafetería del ejido Terán, del municipio de Tuxtla Gutiérrez, hecho que quedó registrado en una cámara de seguridad y de quien hasta ahora se desconoce su paradero.
Tráfico de migrantes, foco de violencia
El tráfico de migrantes ha sido otro factor detonante de la violencia en Chiapas. Las rutas que atraviesan el estado son controladas por grupos criminales que extorsionan, secuestran e incluso asesinan a migrantes.
Uno de los episodios más impactantes ocurrió durante un operativo militar en el que seis migrantes fueron asesinados, lo que desató la condena de organizaciones de derechos humanos. Entre los fallecidos, se encontraban migrantes de diversas nacionalidades, incluyendo venezolanos, haitianos y africanos, que buscaban alcanzar el “sueño americano”.
A lo largo del primer semestre de 2024, las autoridades reportaron 73 muertes de migrantes en los municipios bajo la jurisdicción de la Fiscalía de Atención al Migrante. Estas muertes incluyen casos de homicidios, accidentes y suicidios. El drama migratorio y la violencia relacionada han convertido a Chiapas en una zona crítica en cuanto a derechos humanos y seguridad.
El panorama en Chiapas es desalentador. A pesar de los esfuerzos de los gobiernos federal y estatal, la violencia continúa, La disputa entre grupos criminales por el control del territorio y rutas migratorias ha convertido al estado en un campo de batalla. Las cifras de homicidios y desplazamientos forzados siguen creciendo, mientras que las comunidades viven en constante miedo.
El desafío para las autoridades es inmenso. Con un incremento del 60 por ciento en los homicidios en comparación con el año anterior, la situación en Chiapas parece estar lejos de resolverse. La presencia de grupos de la delincuencia organizada, la corrupción y la falta de recursos para combatirlos son barreras que dificultan la pacificación de la entidad sureña.