Nació el día de la Asunción de María, es la hija más pequeña del Arq. Tomás Rubiera Espadas y Rosa Irene Urbina Castañeda. Estudió psicología porque desde muy joven tenía claro lo que deseaba ser cuando fuera grande.
Inicia sus estudios en el colegio de las hermanas de la Orden Siervas de Jesús Sacramentado y al terminar la secundaria, ella tenía bien trazados sus planes, así que ingresó al Colegio de los Legionarios de Cristo para estudiar el Bachillerato, en donde por su liderazgo y don de gente, la hizo acreedora del distintivo “Mujer íntegra”.
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“Estar cerca de los demás, ayudar, escuchar a la gente, estudiar al ser humano, la conducta y comprender el fondo del porqué”, la lleva a la Universidad Anáhuac, gracias a ser meritoria, por su extraordinaria dedicación al estudio obteniendo una beca académica, cursa la licenciatura en psicología.
“Estudie psicología porque deseaba saber el fondo de cada uno, aprender sobre la conducta humana, analizar, entender la mente, pero sobre todo, estar cerca de las personas. Ahí aprende que puede hacer hipótesis, pero la preparación le enseñó que primero debía comprobar para dar un diagnóstico real”
Se gradúa en el año 2020, en plena pandemia, así que encontrar una vacante para laborar, era imposible, mucho menos ingresar a un hospital que era lo que deseaba, por lo que comenzó a buscar opciones ingresando como voluntaria a una fundación en el D.F. “Aquí nadie se rinde” institución que trata pacientes con cáncer.
En ese centro trabaja con niños que padecían cáncer y recibe un gran aprendizaje. Aprende de ellos que, a esa edad, ellos estaban más preparados en los estragos y final de la enfermedad que los propios padres, y es entendible; los niños no están apegados a nada y no le temen a nada...
Colabora también como voluntaria en la fundación Hai Tumu I.A.P., atendiendo pacientes; una de sus pasiones porque estaría realizando un trabajo humanitario, ayudar a reincorporarse a la vida después de perder a un ser querido, pero sobre todo, enseñar a comprender el dolor de la pérdida de un ser querido y saberlo manejar.
En el año 2021, viaja a la ciudad de Querétaro, sigue buscando trabajo, y la pandemia tiene a todo el mundo en crisis. Perseverante como es, encuentra un espacio, así que va a una entrevista al Jardín de Niños Anglo Queretano. La vacante era para ser maestra de kínder, fue su primer trabajo “-no tengo experiencia como docente, pero quiero aprender”, expresó en la entrevista y, - a nosotros nos importa más tu actitud, le respondieron … y la institución la contrató sin saber quién era. Daba clases en línea, difícil pues eran niños.
Ha obtenido mucha experiencia para su formación profesional gracias a los niños con cáncer, tratando a los padres con hijos enfermos y de igual forma colabora con la fundación “ayúdame a sonreír frente al cáncer”
Su misión en la vida es ayudar al prójimo, y aunque es un eslogan trillado, Irene es una joven que convence no por su imagen de virgencita, sino porque la limpieza de su mirada, la seguridad y esa naturalidad con que expresa sus sentimientos, no describe a una funcionaria del DIF, si no a mujer de corazón limpio, que actúa y habla con la verdad.
Así que para ella hablar de altruismo no es tomarse la foto y publicar lo que hace, y eso lo sabe muy bien porque su labor comenzó siendo una adolescente, reuniéndose con amigos con el mismo sentimiento para hacer voluntariado, actividades por las comunidades, los niños y llevar ayuda en la medida de sus posibilidades a los que menos tienen …
Ingresa al DIF, con la equivocada idea que era política y la política a ella no le gusta hoy, así que su madre le dice, “-esto no es política, sino el tema de ayudar, que es lo que siempre te ha apasionado-”, así que después de pensarlo mucho, sin saber lo que el DIF le tenía reservado, ingresa y protesta el 3 de noviembre del año 2022.
Cuando se escucha y se sigue a pie las palabras de una madre que le dijo; “-En el DIF, tendrás oportunidades de desarrollarte como siempre lo has querido, estar cerca de los demás, de los que más ayuda necesitan…-”, la vida te sorprende.
Se sorprende al ingresar al DIF, porque no tenía idea de todo lo que esta institución encierra. Sensible pero fuerte, se enamora de todo lo que el DIF cuida y protege porque sabe que ahí deberá aplicar todas sus energías.
Por supuesto, se trata de Irene Rubiera Urbina, una joven que no solo es belleza, con una imagen fresca, espontanea, encantadora, sino una profesional de la psicología, apasionada por ayudar a los que menos tienen. De sangre liviana, sensible, de buen corazón, pero con carácter, es la pieza humana ideal que hoy dirige con sensibilidad y sabiduría, este sistema que se encarga del rostro humano del actual ayuntamiento, enfocado y dirigido a las familias que menos tienen.
Es la presidenta honoraria del DIF que ha sabido fincar confianza en los niños y niñas, mujeres y huéspedes de la tercera edad que conviven en el DIF, es la joven que exige no ser indiferentes ni insensibles al dolor ajeno, al sufrimiento de la gente, de su pobreza y a sus necesidades más elementales.
“Deseaba ayudar a los demás”, así comienza su historia de vida, y cuando se trata de ayudar, se refiere a todos los temas vulnerables, incluyendo discapacidades, desamparo, libertad, felicidad, ayudar, simplemente ayudar.
Así que su arribo al DIF, la llevó a trazar su proyecto más ambicioso por el que ha estado trabajando hasta conseguirlo, es el programa que traerá muchos beneficios para todos, la equinoterapia.
Sí, se trata de un programa que se considera una terapia integral porque ayuda positivamente al desarrollo físico, emocional, social y por supuesto, al desarrollo cognitivo, volviéndose la herramienta más importante y útil para mejorar la calidad de vida de las personas discapacitadas.
No es casualidad, su madre, estuvo colaborado cuando este programa se instituyó siendo Alejandra Cruz Toledo, la presidenta honoraria del DIF, y fueron impresionantes los avances de ayuda en niños con autismo, niños con retraso mental, gente que tiene alguna discapacidad.
“Se trata de una sana relación entre los niños y los caballos, beneficiando la rehabilitación motriz, muscular y emocional de los niños”, comentó Irene, en exclusiva para Diario del Sur.
El tema de los abuelitos es todo un tema, son 39 abuelitos que tenemos que proteger de todo a todo, desde alimentación, ropa, servicio médico y cariño, desde luego. Irene dice que los abuelitos o adultos mayores son la “memoria familiar”, por eso les pone mayor atención y cuidado.
El trabajo en el DIF es incansable como satisfactorio, son historias de niños y niñas en desamparo, mujeres víctimas de la violencia y maltrato. Presenciar historias de madres luchando con sus hijos, los obligó a trabajar más allá de sus propias capacidades, buscando en experiencias y en otras las respuestas adecuadas, así nace el proyecto de Irene Rubiera Urbina, de volver a instalar el programa de equinoterapia, un programa que nunca debió desaparecer del DIF.
El DIF no solo son abuelitos, protege a niños y niñas en sus albergues, en donde viven 7 bebés, mantiene un espacio para mujeres victimas de violencia, dos albergues para personas en estado de movilidad (migrantes) y el más grande que se llama la Perla, un albergue situado en la colonia Montenegro, creado para familias, con capacidad para 166 personas, amén a otros espacios, siempre cuidando de seres humanos.
A 4 meses de haber llegado al DIF, Irene Rubiera Urbina se ha puesto retos como, remodelar y mantener el DIF, cuidar y mantener la Unidad Básica de Rehabilitación, sostener el programa de terapia de lenguaje, odontología, nutrición y la reapertura de la guardería Abejitas.
Hoy la prioridad de la presidenta del DIF, es el mismo DIF y continuar con los programas de apoyo para seguir llegando a todos, a lugares en donde se necesite, arrimar los programas y asistencia para las clases vulnerables y estar, en donde la familia es lo esencial para proteger y salvar.
Como profesional. No pierde de vista que tiene en pausa, un postgrado en Psicología Clínica, se trata de una maestría, como lo establece la ética de su profesión, para poder abrir su consultorio.
No le gusta la política, pero en este tiempo ha entendido que estando dentro de ella, se obtiene mucho para ayudar a los que menos tienen, y de paso me confía que le inspira el trabajo de su madre, la inspira para trabajar y continuar con su misión en la vida.
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Irene siempre supo que lo suyo era el mundo de la psicología, del saber y de la conducta humana. Se gradúa en un momento difícil para todo el mundo, y a pesar de ello, no se rinde logrando colaborar en muchas instituciones, participando en cursos, talleres y diplomados que han enriquecido su perfil profesional y humano.
A pesar de ser tan joven, tiene mucha historia, habla de su compromiso con los demás, de la impotencia de no poder hacer y resolver las carencias de mucha gente, pero tiene fe, sabe que tiene un futuro prometedor para lograr sus metas; crecer como ser humano, como profesional y en el amor… del amor no hablamos mucho, pues ahí terminamos la entrevista.
Pero si de amor se trata, se enamoró del DIF, desde el día en que ingresó, por ello sus planes de llegar a todos los rincones.
Hoy más que nunca cuando vive el día a día de esas historias, la han hecho más fuerte, sensible y decidida a luchar por nuestra gente, a lograr un día hacer su fundación porque ayudar al prójimo, es lo suyo.
A Irene Rubiera Urbina, su mamá le dice de cariño “María”, porque nació el 15 de agosto de 1998 (el día de la Asunción de María), tiene 24 años y hoy, es lo mejor que le ha pasado al DIF.
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