Los jornaleros centroamericanos en su mayoría guatemaltecos dedicados al corte de caña en el ingenio azucarero de Huixtla enfrentan condiciones de vida inadecuadas durante su estancia, ya que las organizaciones cañeras, entre estas, la CNPR, la CNC y la Asociación de cañeros Unidos del Soconusco (ACCUS) encargadas de los albergues, incumplen con la normatividad de otorgar espacios dignos, lo que se suma la falta de vigilancia por parte de autoridades del Instituto Nacional de Migración, del trabajo y de la Secretaria de Salud.
Y es que, tanto los productores de caña como las organizaciones que contratan a los trabajadores que abastecen el ingenio de Huixtla están más preocupados por obtener mayores ganancias, que cumplir con el compromiso y obligaciones con jornaleros que realizan el trabajo pesado que a los productores y al grupo “Porres” deja enormes ganancias.
Son notables las violaciones a los derechos laborales y humanos de los miles de trabajadores centroamericanos que reciben alimentos de mala calidad y en algunos casos en proceso de descomposición, los albergues, que son espacios destinados a descansar, no solo están sucios sino con pulgas, zancudos, cucarachas y otros insectos transmisores de enfermedades, tal y como ha sido denunciada en su momento por la Oficina de Derechos Humanos de la Casa del Migrante, de Tecún Umán, San Marcos Guatemala.
Y es que solo basta un pequeño recorrido por las instalaciones de los albergues que son los espacios a donde acuden los jornaleros después del trabajo, estos se encuentran en condiciones de suciedad y desatención, y contaminados por los pesticidas guardados en el mismo lugar.
Es evidente la insalubridad en esos espacios que provocan al jornalero, y en muchos casos, sus familias que también trabajan con ellos enfermen con infecciones intestinales menores hasta el dengue y otros muchos males para los cuales no hay atención de servicios médicos de parte de las organizaciones CNPR y CNC.
Los jornaleros centroamericanos que trabajan en los ingenios no siempre lo hacen debidamente con sus registros ante el INM lo que implica su vulnerabilidad y explotación, pues la mayoría no cuenta ni con un contrato laboral ni acceso a seguridad, alimentación e higiene.
Jefferson Bautista, uno de los jornaleros guatemaltecos, indicó que la necesidad de trabajo lo obligó a llegar a este lugar donde realizan jornadas intensas, pero lamentó que a diferencia de años anteriores sus ganancias son menores porque el quetzal hoy vale mucho más que el peso mexicano y al hacer el cambio reciben menos.
Expuso que él llegó a Huixtla con un grupo de trabajadores que también llevan consigo a su familia que tienen que aguantar las condiciones de vida en las llamadas galeras donde descansan del desgaste físico por el trabajo y los riesgos laborales a los que se exponen.