Los tiempos cambian, de eso no cabe duda, lo que antes era considerado un arte, hoy es vergonzoso para algunos y definitivamente motivo de polémica, entre quienes aún encuentran motivos para defender la también conocida como "Fiesta brava" o "corrida de toros", es actualmente un arte en desuso, su prohibición corre como reguero de pólvora por el mundo, sucumbe a la exigencia de grupos que exigen respeto a la vida animal.
Sin embargo, en su tiempo, tuvo una época dorada que lo llevó a existir en el mundo entero, Tapachula no fue la excepción, aquí el empresario español Marcial González fue quien trajo a la ciudad el sito adecuado para albergar espectáculos de ese tipo, surgiendo así la plaza de toros 'La bien pagá', así con acento flamenco.
El coloso se ubica aún hoy día en la 12 sur, cerquita de donde se hacía el famoso pan de las Orozco, a unas cuadras del centro y en lo que podríamos llamar el primer cuadro de la ciudad, a sólo una cuadra del panteón municipal y la "curva de la muerte", ahí se presentaban además de las corridas de toros anuales organizadas como parte de la extinta FIT, espectáculos masivos, el grupo Timbiriche encontró en esta plaza el espacio para emocionar corazones, también los amantes de las luchas y el box acudieron en su día a presenciar el espectáculo de su preferencia e incluso en alguna ocasión se celebró en su corazón de tierra un festival alusivo al 20 de noviembre con alumnos de educación básica participando.
Inaugurada a finales de los años cincuenta, la bien pagá vio desfilar a boxeadores como Ricardo “pajarito” Moreno y Memo Diez, e incluso El Santo, el enmascarado de plata, luchó en ella.
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Tapachula, no contaba entonces con espacios para albergar a la gran cantidad de espectadores que podían ingresar a este espacio que brilló con las luces del rejoneador Pablo "Hermoso" de Mendoza, y se estremeció con toreros de la talla de Manolo Martínez, el “Curro” Rivera, Eulalio López “Zotoluco”.
Los toros de lidia eran traídos de ganaderías del centro del país pero en algunas ocasiones se toreaban los del rancho “Coapantes”, propiedad del mismo empresario, sin embargo, ya desde antes de contar con un espacio adecuado, en esta, también conocida como "La perla del Soconusco", a principios de siglo, allá por 1916, según lo indicó el cronista Gustavo Montiel, hubo un programa llevado a cabo en la Barrera Provisional, construida exprofeso en el Sitio de Apolinar Laguna, en la esquina de la tercera avenida norte y primera calle oriente de la ciudad.
Según indica el mismo Montiel a este espectáculo se le llamaba jaripeos y no corridas de toros, se desarrolló el evento poco antes de que en octubre, el entonces presidente de la república, Venustiano Carranza firma en octubre de ese mismo año un decreto que prohibió en el país esta actividad.
Hace años que la plaza de toros cerró sus puertas, la modernidad la encajonó en el olvido mientras las nuevas generaciones buscan distracción en otros lugares, como la época en que Tapachula se volcaba al estadio de Tapachula para ver a su equipo, reconocida como "la mejor afición", el estadio creció a 25 mil lugares que hoy, extrañan ser visitados, pero esa, es otra historia.